La innovación en las instituciones de educación superior
Históricamente se ha entendido a las Universidades bajo un paradigma de generadora de conocimiento y de creación intelectual, es así como la hemos visto a lo largo de nuestras vidas y con ese enfoque fuimos formados en esas mismas instituciones.
Si la sociedad cambia tan rápido y demanda respuestas inmediatas a sus necesidades, si el sector productivo está atentos a estos cambios y se interesa en dar respuestas oportunas y acertadas, ¿Qué está pasando en las instituciones de educación superior? están las universidades respondiendo a las necesidades sociales o se mantienen cautas y más apegadas a la tradición que a la innovación?
Las respuestas, no dan lo mismo, ya que dependiendo del nivel de aprendizaje de la institución para adaptarse a estos nuevos escenarios han aprovechado o no valiosas oportunidades que el conocimiento de las mismas disciplinas entregan para crear, cambiar nuevas formas de hacer el propio trabajo, aportando así cambios que generan mejoras profundas en las instituciones.
La sociedad cambia y eso es signo de evolución, pero cuando los cambios se convierten en crisis o provocan rupturas, es porque no se estaba preparado para las transformaciones y según dice Escotet, (1992), es allí donde radica el eje de la acción universitaria y de la educación en general: formar al ser humano para el cambio permanente y aun para la eventual crisis producto de la transición.
Dicho lo anterior, ¿Cómo se relaciona el concepto de innovación con las instituciones de Educación Superior?, para responder, es necesario acordar el significado de innovación. Según Rogers (1995) y citado por Villa, Escotet y Goñi, entiende la innovación como los pensamientos, ideas o prácticas que se perciben como nuevas por la audiencia en las que se introducen. Desde esa perspectiva, una innovación puede ser adaptar algo que ya existía a un nuevo contexto en el que se intenta desarrollar. En ese contexto, las universidades tendrán que asumir en el proceso de formación profesional de sus estudiantes un papel creador, flexibilizador y productor de alternativas; sin embargo esta condición requerirá de ser ella misma flexible y creativa, dispuestas a cambios en muchas de las dimensiones que atiende, desde las más altas autoridades hasta el rol trascendente del docente, que en definitiva es el facilitador y comunicador de los grandes cambios que la sociedad requiere.