Aseguramiento de la Calidad, un Desafío Ineludible para Nuestro Sistema de Salud
Hoy en día, los desafíos de nuestro sistema de salud son inconmensurables, considerando una situación de pandemia de más de 2 años, que, si bien muestra indicios de retirada, sigue demandando esfuerzos y recursos significativos para su contención. Lo anterior se debe compatibilizar con la necesidad de atender un conjunto de demandas y urgencias que fueron postergadas, en un contexto de recursos limitados, equipos profesionales desgastados, y con una demanda creciente de problemas de salud metal y otras patologías derivas por un largo periodo de aislamiento y deterioro en las condiciones de bienestar y salud de gran parte de la población.
Sin embargo, todas las instituciones de salud deben poner en el centro de sus prioridades la consolidación de sus modelos de gestión de calidad, enfocando cada uno de sus procesos en el paciente y sus necesidades. Esto es clave, ya que el aseguramiento de la calidad tiene como preocupación central la asimetría de información, donde la complejidad y criticidad de los procesos en salud, hacen necesario que las organizaciones tomen todos los resguardos necesarios, para asegurar a cada usuario que existe una minimización de los riesgos y logre transmitir certezas sobre todo cuando la vida de las personas puede estar en juego.
Complementariamente, las comunidades profesionales deben ser el centro de los procesos de autoevaluación y mejora continua, para identificar los aspectos críticos y la relevancia de las acciones de cada integrante de la organización en una cadena indivisible de responsabilidades, donde la calidad se debe nutrir de la capacidad técnica, así como del compromiso y responsabilidad de cada actor, como foco del quehacer institucional por la seguridad del paciente, pero también por el cuidado de la organización y el resguardo de la confianza en el sistema de salud.
El bienestar del paciente es otro factor fundamental a la hora de evaluar la calidad en salud, lo que se sustenta en la prestación de servicios oportunos y pertinentes, pero también en un trato humanizado, que sea empático con las complejidades que enfrentan las personas ante cualquier enfermedad en las diversas etapas del ciclo vital. Esto no se reduce solo a derechos de los pacientes establecidos en un marco legal, sino de la responsabilidad profesional y ética con la que debemos responder a las diversas problemáticas de salud de nuestra población.
Por último, los equipos directivos cumplen un rol clave en articular las necesidades y demandas externas, con los recursos y las dinámicas institucionales, para entregar un servicio de calidad en un marco de sustentabilidad y desarrollo armónico de las organización y cada uno de sus integrantes, logrando amalgamar las urgencias del corto plazo con los desafíos futuros de organizaciones claves y complejas como son las instituciones de salud.
La calidad de nuestro sistema de salud es un desafío colectivo, donde toda la sociedad debe hacerse parte, para incidir tanto en el desarrollo de políticas públicas que contribuyan a su desarrollo, como también a la mejora continua de las organizaciones que son finalmente las responsables de la entrega de servicios de calidad a toda la población. Avanzar hacia una gestión de calidad en salud no es una opción, es una obligación para garantizar el desarrollo y el bienestar de todos.