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Voluntariado de Santo Tomás La Serena concretó proyecto de ayuda social en La Huerta, Río Hurtado
Trece estudiantes confeccionaron un mural móvil, además de instalar un sombreadero y duchas en la sede de la junta de vecinos que sirve de lugar de encuentro de un grupo de mujeres artesanas.
Una nueva experiencia de ayuda desinteresada sumaron los estudiantes del Voluntariado estudiantil “Manos que ayudan” de Santo Tomás La Serena, quienes se trasladaron hasta La Huerta, en la provincia del Limarí para concretar un proyecto de ayuda a una agrupación de mujeres artesanas y emprendedoras.
La instancia fue posible gracias a la adjudicación de un Fondo Concursable de la Dirección de Asuntos Estudiantiles, DAE, permitiendo que los jóvenes voluntarios, con el apoyo de Fundación Superación de la Pobreza, llegaran hasta la mencionada localidad rural cercana a Río Hurtado.
De esta forma, los estudiantes atendieron las necesidades de la agrupación “Luz Esperanza”, confeccionando un mural móvil que representa su trabajo y cultura, además de la instalación de un sombreadero y duchas en la sede de la junta de vecinos, que es donde se reúnen a trabajar.
«(…) la gente nos recibió muy bien (…). Además, estuvieron trabajando con nosotros, lo que nos permitió darnos cuenta que, más que nada, necesitaban apoyo para seguir adelante con su emprendimiento”.
La agrupación de mujeres “Luz Esperanza” produce diversos objetos confeccionados a través de la técnica del reciclaje; iniciativa que comenzó el 2015 cuando algunas de las socias de la junta de vecinos, con la ayuda de profesionales de Servicio País, vieron en los microbasurales existentes en el sector una oportunidad para cambiar su forma de vida.
En terreno
Según relató Pilar Baeza, alumna de Kinesiología y presidenta del Voluntariado estudiantil “Manos que ayudan”, fueron trece voluntarios los que se hicieron parte de los trabajos durante tres días, hospedándose en la misma junta de vecinos, “donde la gente nos recibió muy bien, con comida y cariño, demostrando su ansiedad por nuestra llegada. Además, estuvieron trabajando con nosotros, lo que nos permitió darnos cuenta que, más que nada, necesitaban apoyo para seguir adelante con su emprendimiento”.
“La mayoría de las señoras son dueñas de casa y además deben cuidar sus animales”, detalló la estudiante, quien también explicó que esta condición “hace que les cueste dedicarse de lleno a la artesanía; por ello, nuestra intervención les sirvió para tener más energía y darse cuenta que no están solas, pues hay gente que está preocupada por ellas”.
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