“Mamá, ¿estamos en guerra?”
En los últimos días, esta pregunta ha entrado sin previo aviso y abruptamente en los hogares chilenos. Así como la emergencia sanitaria ha sido protagonista dentro del desarrollo de nuestros infantes y adolescentes, no podemos negar que el actual conflicto entre Rusia y Ucrania tiene profundas implicancias y complejas repercusiones a nivel mundial. Niños y jóvenes residentes en Chile son parte de nuestra sociedad y como tal debemos hacerlos partícipe de ésta.
Durante los últimos años han tenido que ser impulsados a renunciar a su infancia, queramos o no, dentro y fuera del hogar estarán recibiendo constantemente información, vocabulario, imágenes, etc. Y de distintas fuentes o medios, ¡uf! Tantos canales informativos a los que ahora tiene acceso nuestra población infante juvenil, que es difícil plantearse como objetivo abstenerse de tocar el tema. Entonces, ¿cuál es la manera, la fórmula mágica o receta para dar la información adecuada en justa medida y, por supuesto, de qué manera la proporcionamos?
Diversos autores coinciden en ciertos puntos sobre el esperado desarrollo de una persona, caracterizándose por ciertas actitudes, cualidades o acciones que debe poseer una persona según su edad. Desde esta lógica y respondiendo a ella es que analizaremos cómo debemos actuar.
En la primera infancia
En la primera etapa de nuestras vidas, es sabido que absolutamente todos somos “esponjas”, y no por ser como Bob Esponja porque vivamos debajo del mar, sino por la gran cantidad de “agua” que absorbemos durante nuestros primeros años de vida, o sea, recopilamos gran cantidad de recuerdos, información, conocimientos, imágenes visuales, etc. Esta es la misma razón por la que muchas veces los niños, pueden malinterpretar la información o puede existir una alteración o error de ésta.
La memoria en la infancia tiene un papel importantísimo que jugar al momento de generar una interacción comunicativa, en otras palabras, de generar una conversación fluida con nuestros pequeños, donde podamos evidenciar realmente qué están pensando o sintiendo respecto del tema. En la primera infancia – dentro de los 3 y 4 años de edad – nos encontramos con respuestas monosilábicas tales como sí, no, no sé, nada, y es porque a esta edad la memoria requiere un iniciador, es decir, que si realizamos una pregunta abierta tal como ¿Cómo te ha ido en el cole?, ¿Qué noticias viste en clase?, tendremos respuestas cortas, como las mencionadas anteriormente. Por esto, debemos generar preguntas concretas como ¿Qué has visto en la escuela con tu amigo Juan? ¿Qué noticia te ha mostrado la maestra en clase y qué tarea has hecho con ella?, ¿Cómo te has sentido tú?, ¿Conoces ese sentimiento? ¿Lo habías sentido antes?, etc. Solo así el niño logrará fácilmente recuperar su recuerdo, explicarlo y expresarlo también, esto es una característica neurológica de esta edad.
Es tan importante considerar la infancia y ayudarlos a reconocer este hecho histórico, ya que ellos por la inocencia que los caracteriza no ven este conflicto como algo ajeno, sino más bien como algo propio, empatizan con la angustia y dolor que está impactando al mundo entero.
Alianza colegio-familia
Para las siguientes generaciones de infantes, será dentro de la misma escuela en diversas áreas como la literatura, el arte, la historia y geografía, que habrán al menos sociabilizado algunos conceptos referentes a la guerra. Sin embargo, la familia como tal no puede dejar este acontecimiento histórico sólo en manos de la escuela. Muchos niños y preadolescentes que abarcan toda la educación de nivel básico, de manera diaria se relacionan con juegos de violencia civil o de guerras en diversas plataformas o elementos tecnológicos.
Tanto el colegio como la familia deben generar espacios de interacción y de comunicación fluida de la manera más abierta posible. En mi opinión, los retos que presenta este nicho de niños son la etapa más llamativa o divertida para los adultos. La investigación está de nuestro lado, podemos utilizar la búsqueda profunda de información en familia o entre pares, generando reflexiones nuevas, potenciando el pensamiento crítico. Si con los chicos debíamos realizar preguntas concretas, con los más grandes, debemos ir mediando y dosificando la información, no en cantidad sino en realidad. Las llamadas “Fake news” (noticias falsas de internet) pueden colocar en un estado de alerta y ansiedad a los no tan pequeños del hogar. Consideremos así también la oportunidad de profundizar más allá sobre qué aplicaciones y páginas manipulan, para estar atentos.
Más allá del ciclo vital en que se encuentren nuestros hijos, sobrinos, hermanos o estudiantes, es recomendable escucharlos con atención en todo momento, intencionadamente generar una conversación, validar sus emociones y reflexiones individuales y transmitirles seguridad en todo momento. Si así lo quisieran, podemos hacerlos partícipes de alguna actividad solidaria, como por ejemplo compartir la información aprendida en casa con algún amigo que lo necesite. También, dejo la invitación a expresar-se como familia por medio de pancartas, poemas, dibujos, etc. que pueden compartir y divulgar en las mismas redes sociales.