Lactancia materna prolongada, apego y sociedad
Entre el 1 y el 7 de agosto se celebra a nivel mundial la “Semana de la Lactancia Materna”, instancia promovida por la Alianza Mundial pro Lactancia Materna (Waba) y la Unicef, que surge como una inquietud a propósito de su importancia en la disminución de tasas de mortalidad infantil por factores nutricionales e inmunológicos.
La lactancia materna es, desde una perspectiva psicosocial, un tema relevante no sólo para madres, padres y niños; sino una responsabilidad social.
Culturalmente, existe una serie de mitos asociados que tensionan la posibilidad de llevar a cabo el proceso de lactancia como por ejemplo que sólo algunas mujeres pueden dar pecho, que la leche de algunas es “muy delgada” y no aporta los nutrientes necesarios o que los bebés necesitan “rellenos” para dormir mejor. Además hay prácticas establecidas por la familia y el personal médico que, muchas veces, desincentivan a la madre porque insisten en ofrecer la “fórmula láctea” frente a cualquier pequeña dificultad.
Desde una mirada contracultural, existe un movimiento que aboga por su reconocimiento, en su faceta nutricional y afectiva, relevando el papel de la lactancia prolongada en el desarrollo del niño o niña. Este movimiento articula sus bases desde las neurociecias, enfatizando por ejemplo que un niño alimentado con leche materna presenta un desarrollo cerebral óptimo ya que el espacio de contacto e interacción influye en su desarrollo psicomotor y de confianza.
Desde la psicología, es posible señalar que la lactancia materna no asegura, pero sí favorece la conformación de un apego seguro con el niño, en tanto la madre está más disponible para satisfacer oportunamente sus necesidades nutricionales y afectivas. Una distinción relevante es que no sólo la madre puede construir ese vínculo de apego, también puede generarlo toda figura o cuidador principal que se encargue de satisfacer sus necesidades.
La pregunta que surge es ¿qué hacemos como sociedad para favorecer este proceso? si la lactancia materna prolongada es tan favorable para el desarrollo de los niños ¿por qué nos empeñamos en tensionarla? Aún es común ver en lugares públicos cómo las mujeres deben aplazar el amamantamiento para no incomodar al que mira extrañado o de manera morbosa. Más aún, cuando la lactancia se sostiene por sobre el año de vida del niño, se criminaliza el acto de amamantar, mientras se acepta el llenar las mamaderas con bebidas gaseosas o jugos azucarados.
El lema definido para esta semana es “amamantar y trabajar: hagamos que sea posible”. La invitación es a analizar nuestra forma de entender y actuar en relación al tema. El desafío es generar condiciones para que este espacio de nutrición emocional se prolongue hasta que la madre y el niño quieran, sin tener presiones sociales o laborales. Derribemos mitos, generemos apoyo y promovamos este espacio de encuentro e intimidad. ¡Sin duda aportaremos al desarrollo de niños y niñas más plenos y felices!