Día Mundial de la Atención Primaria de Salud
La vertiginosa lucha contra el coronavirus SARS-CoV2 ha llevado a que los países opten por diversas estrategias, algunos con muy buenos resultados y otros con graves consecuencias sanitarias. En general, el contar con sistemas de salud frágiles, segmentados, fragmentados y no basados en una Atención Primaria Universal han sido factores que atentan contra el control de la transmisión del virus. La historia no se ha terminado de escribir y sobre la marcha se deben tomar decisiones, nunca exentas de costos colaterales, que pongan la salud de la población como el gran objetivo prioritario.
La resiliencia de los sistemas de salud se pone a prueba en momentos críticos. Las redes asistenciales se adaptan a un nuevo “estadio” sanitario, se prioriza el tipo de atención a entregar, se fortalecen modelos según complejidad, se presiona fuertemente por una mejor gestión de camas, sobre todo en el cuidado crítico. Ello es más visible y acapara la atención de los medios de comunicación
No obstante la necesidad del esfuerzo hospitalario para salvar vidas, lo primordial es fortalecer nuestra Atención Primaria de Salud.
Es este primer nivel de atención el que inexorablemente se hace cargo de resolver aquello que los hospitales han debido desplazar – control de pacientes crónicos, entre otros – para responder a los pacientes con COVID-19; de la estrategia TTA (Testear, Trazar y Aislar) que deberá mantenerse todo el 2021 dada la posibilidad cierta de rebrotes, evitando la propagación del virus. El rol comunitario, el conocimiento de la población y sus determinantes sociales es un trabajo en el territorio inherente a la Atención Primaria.
En este día de conmemoración de la Atención Primaria de Salud, recordando la declaración de Alma-Ata y de Astana rendimos un homenaje a todas y todos los funcionarios de este primer nivel de atención, los que deben contar con la mayor protección para ejercer sus labores, así como con tecnologías que les permitan realizar monitoreo y control no solo de pacientes COVID sino también de pacientes crónicos. Estas estrategias, como la teleasistencia, funcionan en muchos lugares, pero deben ser articuladas, trabajadas en red para la continuidad de la atención, y en forma interdisciplinaria. Para ello proponemos un trabajo con la academia, y nos ponemos a disposición como Facultad de Salud trabajando en interdisciplinariedad y teleasistencia para apoyar estas iniciativas y formar profesionales con estas nuevas competencias, en un trabajo colaborativo.
No es posible omitir la discusión presupuestaria que está ad-portas y la relevancia del presupuesto para salud y para APS para el año 2021. Cumplir con la agenda 2030 de OPS/OMS, destinando al menos un 30% del presupuesto de salud a la Atención Primaria y asumir que un gran aprendizaje de COVID-19 ha sido la necesidad de contar con sistemas de salud universales, no segmentados ni fragmentados, solidarios, que eviten las inequidades que tan duramente se han seguido develando en nuestro país, deberán ser consideraciones presentes en esta discusión con actores sociales y políticos.