Una pequeña luz al final del túnel
El estallido social que vive nuestro país hace un mes, ha traído a la discusión varias demandas de la ciudadanía para mejorar la calidad de vida de los chilenos y por sobre todo combatir la enorme desigualdad que afecta a los más desfavorecidos de nuestra sociedad. Dentro de estas demandas, una de las que mas fuerte se ha escuchado es la de la mejora del sistema de pensiones, que afecta directamente a la población de personas mayores que viven en Chile.
Pero no es la única. Representantes de todos los colores políticos han reconocido la deplorable situación económica que viven los mayores por diversos factores, además de las pensiones, se puede mencionar el alto costo de los medicamentos; el valor del transporte; el sistema de salud y sus listas de espera, entre otros. Es por ello que según datos del último censo 1 de cada 5 adultos mayores trabaja, no precisamente por satisfacción personal, sino porque simplemente no les alcanza el dinero para vivir. Sumamos a estas circunstancias el hecho de que algunas instituciones no bancarias, como las cajas de compensación, ofrecen créditos a pensionados y jubilados con intereses y gastos operacionales realmente abusivos, lo cual tiene como resultado un empobrecimiento de la población de mayores y una calidad de vida muy lejos de la dignidad por la cual trabajaron toda su vida.
El gobierno ha puesto sobre la mesa una serie de medidas para aliviar la carga de los adultos mayores y para ir en ayuda de sus extenuados bolsillos, entre los que se cuenta: aumento del 20% de la pensión básica solidaria; mejora de las pensiones de los mayores no valentes; creación de un seguro para cubrir parte del precio de los medicamentos, y por parte del ministerio de hacienda destaca el aumento del aporte al pilar solidario y la exención del pago de contribuciones.
Estas medidas representan una pequeña luz de esperanza para el largo y oscuro túnel en el que han estado nuestros mayores en las últimas décadas, y para ayudarles a sobrevivir a la precariedad, sin embargo, queda mucho por avanzar y por cierto no son suficientes para enfrentar los desafíos que vienen.
Nuestro país está envejeciendo a un ritmo acelerado y las políticas públicas dirigidas a esta parte de la población deben considerar diversos factores para lograr ser eficientes: 1) La esperanza de vida ha aumentado considerablemente, por lo que el futuro de los mayores es más extenso; 2) La homogeneidad de este grupo etario, existen diversos tipos de mayores, a los cuales les afectan problemas diferentes, por lo que no es correcto tratarlos como a un “todo”; 3) Las personas mayores representan un recurso humano muy importante para la sociedad y no pueden quedar al margen del desarrollo, por lo que deben ser consideradas sujetos activos y fuente de memoria de nuestra sociedad.
Finalmente creo que ninguna solución será suficiente si no se produce un cambio en cada uno de nosotros. Me parece que es tiempo de dejar atrás la competencia descarnada y reemplazarla por la colaboración y solidaridad intergeneracional para un futuro que incluya a todas y todos los chilenos.