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Benito Tello (62) no solo es dueño de uno los locales más reconocidos de la gastronomía tradicional chilena, sino que a la vez, un empresario que no se cansa de pensar en grande, lo cual lo llevó a tomar una decisión radical: ingresar a la educación superior.
En pleno proceso de exámenes, conversamos con Benito Tello, alumno de primer semestre de Gastronomía Internacional y Tradicional Chilena de la Sede Santiago Centro. Nombre que puede pasar desapercibido pero que en realidad pertenece al dueño de uno de los restaurantes de comida chilena más reconocidos en la región Metropolitana.
Ubicados en Calera de Tango, sus tres locales son el fruto del esfuerzo de casi tres décadas de trabajo. No obstante y tras 27 años ininterrumpidos en los que ha visto crecer su negocio familiar, don Benito sintió que la edad no era un impedimento para ir más allá y cumplir un viejo anhelo: finalizar su educación media.
Fue así como durante dos años asistió a clases hasta que alcanzó su objetivo de egresar de cuarto medio. Pese a esto, seguía con la sensación de que aún faltaba algo más y tras una conversación con un grupo de asesores, se atrevió a dar el siguiente paso que era ingresar a la educación superior y específicamente a Gastronomía Internacional y Tradicional Chilena.
“Cuando los negocios comienzan a crecer, muchas veces se tornan incontrolables lo que te lleva a pensar en buscar nuevos conocimientos y formas en las que puedas apoyarte. En esa búsqueda fue que opté por el área donde me he desempeñado gran parte de mi vida”, precisó.
Pasión por la cocina
Su amor y cercanía por la cocina lo demuestra a diario en sus locales. “Siempre he tenido injerencia en las preparaciones. Cada una de las recetas que se realizan en mi negocio son supervisadas directamente por mí. En el caso de las empanadas, es una receta propia que fui mejorando con el tiempo”.
Respecto a sus inicios, comentó que “recuerdo claramente que comenzamos un domingo vendiendo 11 empanadas de pino y hoy, estamos en 8 o 10 mil unidades por semana”.
Si bien aclara que no cree en el destino, afirma que su fe lo trajo directamente a esta sede. “Soy un hombre muy creyente en Dios. Siento que las cosas no son producto del azar. Es así como a fines de febrero, llamé a la sede (Santiago Centro) y me dijeron que quedaba solo un cupo. Inmediatamente pensé ‘este es mío’ por lo que me dirigí hasta acá y me matriculé”.
Proceso que lo llevó en marzo de este año a comenzar una nueva etapa en su vida, ahora como estudiante vespertino, por lo que ha tenido que compatibilizar sus estudios con los negocios. En relación a esto indicó que “si bien no fue fácil al principio porque era todo nuevo para mí, desde el primer día me sentí acogido por mis compañeros y profesores lo que sin duda fue un facilitador para seguir adelante con esta experiencia”.
“La verdad es que estoy muy contento y agradecido de la carrera y la institución. Todas las cosas que me pasan acá son de tal importancia que los conocimientos que voy recibiendo a diario en clases los aplico de manera inmediata en mi negocio”, enfatizó.
Agregó que “a mi edad, estar estudiando definitivamente es un baño de juventud. Me han cambiado las amistades. En casa hablo todo el día de esto y porque simplemente cada vez me atrae más. Soy muy apasionado de lo que hago por lo que cuando me decido a realizar algo, doy lo mejor para lograrlo”.
Convicción que lo lleva a ir mucho más allá. “Siento que si pude lograr mi metas, tengo la certeza de que con el esfuerzo necesario puedo llegar a ser el mejor chef de Chile. Quiero prepararme para eso y seguir proyectándome”, concluyó.