Día del Libro
Cada 23 de abril se conmemora mundialmente el Día del Libro y seguramente, por estos días, muchos jardines infantiles y colegios del país y la región del Bío Bío celebran en las aulas con actividades creativas y didácticas, como también en actos conmemorativos, dándole una importante relevancia, pues es crucial el fomento de la lectura en los estudiantes.
Esta fecha simbólica fue escogida por la Conferencia General de la UNESCO para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, en reconocimiento a literarios universales que murieron y también nacieron un día como este, entre ellos Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega, pero también para alentar a todos, en especial a los jóvenes, a descubrir el placer de la lectura.
Este gusto que significa el conocer nuevos mundos de la imaginación, fantasía y el conocimiento a través de los libros, se debe plasmar desde la primera infancia, incluso desde etapas preescolares, sembrando las bases de la alfabetización inicial para contribuir al aprendizaje de la lectura y escritura, y de esta forma permitir que niños y niñas logren los objetivos de comprensión lectora y producción de textos, respetando su desarrollo y madurez cognitiva, y considerando experiencias motivadoras que fomenten un interés.
Desde actividades en el hogar que estimulen el desarrollo del lenguaje oral y escrito como también dentro del sistema escolar en un trabajo colaborativo entre educadoras de párvulo, profesores y profesionales tales como fonoaudiólogos, educadoras/es diferenciales y psicopedagogos.
Malva Villalón en su texto Alfabetización inicial indica que, para lograr el propósito de la lectura, es decir, poder extraer significado del texto, no se puede perder de vista que este se basa en el desarrollo del lenguaje oral, el conocimiento del área de contenido abordado en el texto y de las características de los mismos.
Por ende, es primordial estimular previamente habilidades cognitivas y lingüísticas, muchas de ellas necesarias también para el desarrollo del lenguaje oral y que se ha demostrado son predictores para el aprendizaje del lenguaje escrito tales como la adquisición del vocabulario receptivo y expresivo, las habilidades de conciencia fonológica y el discurso narrativo.
El autor Luis Bravo Valdivieso tiene innumerables ediciones destinadas a hablar de la lectura inicial y la psicología cognitiva, donde reconoce que el rendimiento lector de los estudiantes estaría estrechamente asociado con los procesos cognitivos y verbales que sustentan el aprendizaje inicial del lenguaje escrito, los cuales pueden ser estimulados desde antes de empezar la enseñanza formal de la lectura.
Esta labor, que comienza en el hogar, pues muchos niños ingresan al sistema educativo con un nivel adecuado de desarrollo prelector que puede facilitar el aprendizaje inicial, se puede abordar en etapas preescolares con un trabajo en conjunto por parte de educadoras y fonoaudiólogos.
El fonoaudiólogo cuenta con las competencias para realizar acciones de estimulación temprana orientadas a potenciar habilidades verbales para el desarrollo del lenguaje oral que además contribuyen al aprendizaje lector.
Por ende, la estimulación en etapas verbales por parte de este profesional, es relevante tanto para prevenir trastornos del desarrollo del lenguaje oral como para prevenir dificultades de aprendizaje del lenguaje escrito posteriormente.