Violencia en el pololeo: un tema invisibilizado en Chile

La violencia en las relaciones de pareja durante la etapa de pololeo de los jóvenes es una realidad invisible. El análisis se centra principalmente en la que se detecta en la etapa adulta, es decir, en la mal llamada “doméstica”, la cual se vincula directamente con los feminicidios.

En la Séptima Encuesta Nacional de la Juventud, que realizó el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) en 2013 en nuestro país, un 16% por ciento de los jóvenes encuestados -de 15 a 29 años- manifestó haber experimentado violencia en sus relaciones de pareja, siendo esta mayoritariamente violencia psicológica (15%), seguida por violencia física (7%) y sexual (1%).

En la misma consulta, el porcentaje aumentó a 30% al referirse a conductas denominadas “prácticas de control”, primeras manifestaciones de violencia en el pololeo, y que se exteriorizan a través del control de los horarios, el acceder a redes sociales y celulares sin autorización, prohibir hacer una vida normal con los amigos e incluso con familiares, prohibir algún tipo de vestuario, entre otras.

Este último porcentaje es especialmente importante debido a que lamentablemente, en el Chile de hoy, aún no se ven las “prácticas de control” como un primer pasó de violencia, y es sin lugar a dudas su antesala.

Factores que influyen en la violencia en el pololeo

Un estudio desarrollado por la Escuela de Psicología de la UST Temuco, dirigido por la académica y jefe de carrera Claudia Saldivia, en el que participó además la académica del Departamento de Psicología de la Universidad de La Frontera, Beatriz Vizcarra, trabajó igualmente esta problemática.

La investigación arrojó que, en cuanto a la prevalencia de la violencia en el noviazgo, un 71,7% de los estudiantes universitarios encuestados, de entre 18 y 29 años, declaró haber experimentado al menos un episodio de violencia en sus relaciones de pareja. Del porcentaje anterior, un 62% de los jóvenes declaró haber vivido episodios de violencia psicológica, y un 31,7%, violencia física.

Dado los resultados de las encuestas hechas y según las investigaciones internacionales realizadas en esta temática, es que la Escuela de Psiciología  de la UST, sistematizó los principales factores que inciden en este tipo de conductas, los que se pueden clasificar en cuatro tipos: individuales, familiares, relacionales y  del entorno, y socioculturales.

Individuales: En el caso de las víctimas, la violencia puede surgir por motivos de salud mental como baja autoestima, depresión y bajas redes de apoyo (familiar, amigos).

Familiares: Si se presenció la violencia psicológica o física entre los padres puede, una vez siendo joven, repetir el mismo patrón.

Relacionales y del entorno: Estilos inadecuados de comunicación provocan quiebres en las relaciones, es decir, el no saber cómo comunicarle al otro cómo me siento o qué me pasa. Esto va desde una comunicación pasiva -de no decir nada- a una comunicación agresiva. Se llama en psicología “déficit en habilidades sociales”. Además, puede incidir el entorno comunitario de violencia que esté vivenciando el joven.

Sociocultural: Como último factor, encontramos el machismo como motor de la violencia. Este sigue estando integrado transversalmente en la sociedad, como una creencia instalada en hombres y mujeres.

Desafíos urgentes

Como señalamos, la violencia en etapas tempranas de las relaciones de pareja está invisibilizada. Por un lado, los jóvenes no son capaces de evaluar las situaciones, pudiendo ser víctimas o victimarios sin reconocerlo. Y por otro, no hay instancias formales donde recurrir en caso de necesitar apoyo.

Ahí es donde los Servicios de Bienestar Estudiantil de las instituciones académicas cumplen un rol fundamental, aun cuando generalmente los jóvenes recurren a estas instancias cuando ya asumen su calidad de víctimas y la situación es insostenible.

En este escenario es que el llamado es a dar un paso para corregir el tema, lo que pudiera lograrse a través de un reconocimiento de la violencia en el pololeo en la Ley de Violencia Intrafamiliar actual, así la sociedad comenzará a reconocer este delito, lo que permitirá corregir conductas incorrectas tempranamente.

Lo fundamental es que se visibilice a través de múltiples instancias, integrando -por ejemplo- al Injuv, y no sólo por el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, como espacios de acogida, ya que el flagelo no solo afecta a las mujeres, sino que es una realidad que viven jóvenes hombres y mujeres de, además, orientaciones sexuales distintas.