María Aurora López

“Los mejores años de mi vida los he pasado en Santo Tomás”

Coordinadora de Matemáticas deja la institución tras 12 años de permanencia en los cuales logró crear fuertes lazos con sus alumnos y compañeros de trabajo, quienes se transformaron en su familia en nuestro país.

Fue un día lleno de emociones el viernes 20 de enero. Fue el último día de la docente María Aurora López en Santo Tomás Talca luego de 12 años de permanencia, por lo que la Dirección Académica del Instituto Profesional y Centro de Formación decidió sorprenderla con un desayuno de despedida.

En medio de las lágrimas, los regalos y los recuerdos, la profesora oriunda de Cuba hizo un recorrido por estos 12 años dedicados a la formación de profesionales y al propio crecimiento personal en un país que hoy siente propio y que le duele mucho dejar.

¿Cómo fue su experiencia en estos 12 años en Santo Tomás?

“Yo salí de mi país (Cuba) llena de desilusión. Había trabajado toda mi vida en educación superior haciendo clases y llegué a Santo Tomás. Debí adaptarme a la forma de enseñar a los estudiantes acá, me di cuenta enseguida de la necesidad que tenían los estudiantes de ayuda y a eso me he dedicado todo este tiempo”.

¿Fue importante su paso por Santo Tomás Talca?

Me he sentido muy feliz, muy realizada por ver el cariño de mis estudiantes por donde voy. Si los encuentro en un pasillo o en cualquier parte me saludan con aprecio. Son mis amigos, son mis estudiantes son mis hijos casi. Además he hecho una familia en mi oficina, todos aquí para mí han sido como una familia. Yo me he sentido muy feliz en Santo Tomás y lo he dicho bastante, después de mis años de juventud e infancia, los mejores años de mi vida los he pasado aquí”.

¿Fue muy difícil tomar la decisión de irse?

“Me siento triste de irme, no piensen que es agradable esto de partir. Yo no me quisiera ir, quizás haber disminuido las horas de trabajo, pero no irme. Me voy porque tengo necesidad, porque mis hijos me necesitan, de lo contrario no me hubiera ido”.

Aportes

¿Cuál considera que ha sido su mayor aporte en el área académica durante su permanencia en Santo Tomás?

“Creo que uno de los mayores aporte fue el hecho de haberme dado cuenta que debía llegar a estos estudiantes, yo venía acostumbrada a otro tipo de alumnos de universidad en Cuba. Me di cuenta que yo no podía asumir que eran estudiantes universitarios sino muchachos que necesitaban mucha ayuda y creo que una de las cosas buenas que he hecho es tratar de llegar a ellos desde el punto de vista de las matemáticas pero también humanamente. Les he demostrado que las personas se interesan por ellos, que no son personas abandonadas en el mundo aunque algunos lo sientan, muchos estudiantes me han conmovido mucho y los he ayudado. De eso me siento satisfecha, he ayudado e incluso estimulado a estudiar”.

También fue Coordinadora de los Talleres de Desarrollo Personal. ¿Cómo fue esa experiencia?

“En los talleres también traté de cooperar en el sentido de hacer más accesible todo a los alumnos, de ubicarnos -en la tarea que tiene el Centro de Aprendizaje muy buena- y llegar a ellos y entender lo que ellos traen y que nosotros tenemos que ayudarlos a suplir esas deficiencias. Y desde el punto de vista docente también he colaborado y me he encantado con la cosa de los contenidos de los programas que a veces no estaba muy de acuerdo, pero me llamaron a Santiago y he participado dos años en el mejoramiento de programas que quizás no sean perfectos, pero me enorgullece haber sido un aporte para mejorarlos”.

¿Cuál sería el mensaje que le gustaría dejar a la hora de su partida?

“Con los estudiantes decirles que no se den por vencidos y a los docentes que bajen al nivel de ellos y los traten de subir. No pretendan que los estudiantes suban al nivel de ellos inmediatamente porque no pueden. Que se preocupen de los estudiantes humanamente y los conozcan como personas y traten de ayudarlos a surgir en la vida”.

¿Cuál será su destino ahora?

“Con mi marido nos hemos quedado solos y somos un par de viejos, nuestros hijos ya no están aquí, estamos solos en Chile desde el punto de vista de familia. Nuestros hijos nos necesitan y necesitan nuestro apoyo porque han comenzado una nueva vida uno en Miami y el otro en Cuba. Entonces queremos dedicar estos años en que todavía somos útiles ayudándolos a ellos. Yo con 69 años no me siento vieja, creo que puedo dar mucho aún, pero ahora hay que darlo en otro frente con nuestros hijos que nos necesitan”.

¿Qué tal fue su estadía en Chile?

“Yo me siento talquina, este país es mi país, soy ciudadana chilena pero además lo siento. Estoy acá hace 14 años, soy chilena hasta en las costumbres. Las mejores amistades las tengo aquí (Chile) y aquí en esta oficina (Santo Tomás). Son mi familia, han sido mi familia. Chile me ha dado mucho, tengo un eterno agradecimiento”.