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Ana Berlanga Robles, alumna de la Universidad de Málaga, cursa este semestre en la carrera de Educación Diferencial de UST Viña del Mar y realiza su práctica en la Escuela Especial de Lenguaje Monteacay, de Concón.
Ana Berlanga Robles estudia Educación Infantil en la Universidad de Málaga, España. Está en su último año de carrera y sentía que antes de terminar debía salir de su país y conocer otras culturas. Fue así como gracias al convenio existente con el Programa Experiencia Internacional (PEI) de Santo Tomás, la joven de 26 años se integró este semestre a la carrera de Educación Diferencial en UST Viña del Mar.
“Quería tener la experiencia de viajar a otro país. Como yo soy un poco miedosa, empecé a buscar los países más seguros de Latinoamérica, así que estaba entre Chile y Argentina. Me habían hablado bien de Chile, además estuve investigando sobre los paisajes y todo, así que me decidí. Quería vivir la experiencia de estar afuera, conocer otras culturas, otras personas, pero por sobre todo, quería viajar”, señala.
Llegó a mediados de febrero a Chile y se instaló en Valparaíso, ciudad que no le gustó demasiado y en la cual duró apenas dos semanas: “Valparaíso me gusta, tiene su encanto, pero para vivir no me gusta demasiado. No me gustó porque es una ciudad muy sucia y además por las noches tienes que saber por dónde vas. Sumado a eso, tuve una mala experiencia, me robaron. Bueno, y como la universidad está en Viña y me dieron la práctica en Concón, decidí venirme acá y estoy muy contenta. Sigo yendo mucho a Valparaíso, pero voy y vuelvo”.
Educación inclusiva en Chile y España
La carrera de Ana en la Universidad de Málaga podría ser similar a Educación Parvularia en Chile, pero hay una salvedad: en España existen las escuelas inclusivas, que aceptan sin distinciones a niños en situación de discapacidad o con dificultades de aprendizaje. Como eso aún no es usual en nuestro país, la opción de sumarse a Educación Diferencial era lo que más le acomodaba.
“Acá solo tengo una asignatura en aula, además de la práctica dos días a la semana en la Escuela Especial de Lenguaje Monteacay, en Concón. En España he hecho prácticas en escuelas inclusivas, me interesa trabajar con niños que tengan alguna discapacidad o algún tipo de dificultad de aprendizaje y por eso elegí Educación Diferencial. Me ha enriquecido mucho la experiencia, es muy diferente a lo que vivo en España”, explica.
Respecto a esas diferencias entre Chile y España, Ana cuenta que en su país está acostumbrada a trabajar con 25 a 30 niños por aula. “Y acá tengo 10. Es una gozada porque puedes trabajar más sobre las necesidades individuales de los niños, pero en cuanto a recursos o innovación, sí que he visto más cosas en España que acá”, dice.
“Sí, es mejor trabajar con grupos pequeños, pero también creo que sería mejor si la escuela fuera inclusiva, que no segreguen tanto. Acá a los niños que tienen trastornos de lenguaje los juntan solo con otros niños con trastornos de lenguaje. Lo ideal es que estuvieran todos con todos, que la escuela fuera abierta. En España intentamos ser más inclusivos”, comenta.
¿Se queda en Chile?
Como la mayoría de los alumnos extranjeros que viajan a Chile, Ana dice que no tendría problemas en alargar su estadía en nuestro país. “Por mí me quedaría un año más. Tengo que volver a España para cerrar mi carrera, titularme, pero si no encuentro trabajo allá, no tendrían ningún problema en volver a Chile”, asegura.
Eso sí, a pesar de estar feliz en Chile, hay dos características de la cultura nacional que no le han gustado: el clasismo y el machismo. “El clasismo se nota en la tremenda brecha que hay entre pobres y ricos, casi como que no hay clase media. Además, tampoco veo bien que un médico cobre tanto y una educadora tan poco, eso me ha impresionado. Y no todos, pero son muy despectivos con las personas más pobres, como que no se juntan con ellos y se fijan mucho en la plata. Y el machismo ahora no podría decirte nada puntual, pero se nota. En España todavía hay, pero creo que hemos avanzado”, explica.
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