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Académica de la UST Santiago investiga la bacteria más letal que ataca a los kiwis
Chile es el cuarto mayor productor mundial de esta planta, que se puede ver afectada por una enfermedad capaz de arruinar todo un cultivo. Por ello, Paula Salinas, junto al equipo de trabajo del laboratorio de Biología Molecular Vegetal, buscan entender y controlar al llamado “cáncer de los kiwis”.
En el laboratorio de Biología Molecular Vegetal de la Universidad Santo Tomás hay más que las probetas y los vasos de precipitado que se ven a simple vista. Al fondo del pasillo, en la última puerta, se esconde una habitación completamente iluminada. Es ahí donde Paula Salinas, académica e investigadora de la Escuela de Biotecnología, pasa gran parte de su tiempo cultivando plantas de kiwi de no más de 30 centímetros que decoran los distintos estantes. Desde 2015, ella y su grupo de trabajo, que incluye una asistente y estudiantes de turno, intentan encontrar la razón y la forma de erradicar una bacteria conocida por ser la más letal enfermedad que ataca a esta fruta, considerada como “el cáncer de los kiwis”.
En específico, la línea de investigación en la que trabaja Paula es la interacción entre las plantas de kiwis del género actidinia y la bacteria Pseudomonas syringae pv actinidiae (Psa), que destruye el sistema de absorción de nutrientes y agua de la planta. “Como nosotros somos un país productor de esta fruta, fue interesante poder abordar de forma científica y desde un punto de vista local, cómo es el desarrollo de esta enfermedad en las plantas”, asegura.
De acuerdo a esto, en el laboratorio se encargan de cultivar las distintas especies y variedades de kiwi que cosechan los agricultores chilenos, para luego infectarlas con Psa, estudiando las bases moleculares de la defensa de las plantas y así entender por qué unas son más resistentes que otras.
“Tenemos una idea generalizada de que una fitohormona está participando en esta defensa. Quizás las variedades que se defienden un poco mejor pueden activar esta respuesta más fácilmente”, explica.
En tanto, dentro de la línea microbiológica del estudio, se extrae una de las proteínas de esta bacteria y se analiza si, después de esto, continúa afectando a las plantas de la misma manera. Paula asegura que es primordial reconocer secuencias genéticas, es decir, entender la propia biología de las cosas para poder dar una posterior solución.
Impacto económico
Son siete años lo que se demora una planta de kiwi en estar en su máxima capacidad, algo que cobra gran relevancia si se considera que esta enfermedad puede acabar con huertos en plena producción y que Chile es el cuarto mayor productor a nivel mundial de esta fruta. Desde el surgimiento de la bacteria en 2011, un tercio de los agricultores de distintos países se vieron obligados a dejar sus cultivos durante los siguientes años, desatándose la mayor crisis que se ha sufrido el sector.
Si bien los cambios tecnológicos han controlado en parte la propagación de la bacteria, no siempre se ha logrado este objetivo a un cien por ciento. Muchas veces los agricultores no tienen otra opción que dejar en cuarentena la siembra infectada. Por tanto, una de las líneas de investigación en materia biotecnológica que realiza el laboratorio tiene que ver con el cuidado de la tierra cultivable no solo de kiwis, sino en general.
“La mayoría de las enfermedades patogénicas de los campos agrícolas se controlan con compuestos en base a cobre. Lamentablemente, este se acumula en el campo y va deteriorando las tierras. Nuestra idea es probar una nueva tecnología de nanopartículas que aparentemente posee el mismo efecto con las bacterias, pero teniendo menos cantidad de cobre. También, hay otros compuestos de plantas nativas con los que estamos trabajando”, comenta Paula.
Investigación en el extranjero
En 2014, Paula Salinas se adjudicó un Fondecyt para iniciar esta investigación y en 2016, creó el laboratorio en la UST. Sin embargo, la doctora en Ciencias Biológicas mención Genética Molecular y Microbiología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con postdoctorado en el departamento de Biología Molecular Vegetal de la Universidad de Lausana en Suiza, notó que su proyecto necesitaba urgente tecnología extranjera. Por ello, en 2017 postuló a las Becas Santander que ofrece Santander Universidades, en convenio con la UST.
Durante dos meses, Paula se interiorizó en la microbiología y biología informática en el laboratorio del doctor Cayo Ramos, catedrático del Departamento de Biología Celular, Genética y Fisiología de la Universidad de Málaga en España. “Aprendí cómo ellos manejan las bacterias para hacer mutagénesis, que significa remover la secuencia de un gen del DNA para eliminar una proteína y así evaluar si esta bacteria mutante se vuelve menos virulenta. Su equipo fue muy profesional y él es un investigador muy interesante y activo científicamente”, añade.
Sobre su estadía, la académica recalca que además de avanzar en su investigación este intercambio la ayudó a formar importantes colaboraciones internacionales. “Es una beca tremendamente cómoda porque te da libertad. En general, los fondos que nos dan a los científicos son muy controlados y, en este caso, me dieron un monto que yo pude administrar. Cuando estás así, te puedes dedicar totalmente a lo otro, que es tu aprendizaje en el laboratorio”.
Problemas locales, soluciones locales
El proyecto de Paula fue uno de los primeros en investigar esta enfermedad a nivel local. Con el tiempo han surgido nuevos proyectos, pero ninguno focalizado totalmente en la biología del kiwi-Psa.
“Creo que es importante enfocar nuestra ciencia a los problemas locales. El desarrollo de la ciencia básica es clave y nosotros tenemos que ser capaces de entender los procesos; creo que ese es el aporte de mi proyecto”, sentencia.
En tanto, asegura que la investigación tiene un aporte al desarrollo de productos que controlan esta enfermedad. “Nosotros somos un país agronómico, entonces, probar distintas tecnologías tiene un impacto importante, ya que la desarrollamos y probamos aquí, y a lo mejor después la podemos exportar”.
Asimismo, Paula se refiere a su grupo de trabajo, en especial a su ayudante Leticia Amaza y a los estudiantes que participan en la investigación por distintos periodos de tiempo. Hasta la fecha, ha tenido tres alumnos tesistas de pregrado y seis en unidades de investigación, considerado como un ramo en su carrera. “El desarrollo de ciencias te genera una manera de pensar y de enfrentar conflictos que para ellos va a ser importante. Los profesionales que nosotros estamos formando tienen una estadía amplia en los laboratorios, en donde pueden adquirir realmente las competencias para desarrollarse y ser tan capaces como cualquier otro profesional del área”.
Actualmente, Paula Salinas se encuentra trabajando en la secuencia genómica de las bacterias, analizando los softwares desarrollados en España y la caracterización microbiológica que trabajó en su laboratorio. Su fin es publicar su investigación en alguna revista científica.
“Lo que yo estoy haciendo ahora es la parte inicial, sentar las bases y dependiendo de los resultados, ir construyendo sobre eso. Somos una Universidad que está moviéndose a hacer investigación; tenemos otros laboratorios investigadores que se encuentran realizando proyectos muy interesantes. Aquí estamos haciendo ciencia y buscamos hacer una ciencia de alto nivel”, sentencia.
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