De servidores a Técnicos en Podología Clínica: Una mirada histórica a una disciplina cada vez más profesionalizada
El 26 de julio el santoral recuerda a Ana. Para muchos, quizás sea un día o un santo más, pero para los podólogos es una fecha importante, ya que celebramos nuestro día. Esta tradición se remonta al siglo XVIII en una Francia azotada por el hambre, la miseria y la mendicidad.
En ese ambiente, Clotilde Heristal, una niña de 14 años, buscó refugio en un convento católico de la orden de Santa Ana, congregación que mantenía como lema “Practicar el bienestar del silencio, el régimen de pan negro y hacer la pedicuría a los pobres y enfermos”. Al morir, Clotilde dejó como legado uno de los primeros escritos básicos de pedicuría, relatos que motivaron el nombramiento de Santa Ana como patrona de esta disciplina.
El tratamiento de los pies se remonta al Antiguo Egipto, donde los faraones contaban con diversos servidores o asistentes, entre ellos los que se dedicaban a la atención de sus pies. Asimismo, en la Grecia del tiempo de Homero, los sacerdotes que fueron los primeros médicos, recurrían a fórmulas para curar las afecciones de los pies. Hipócrates fue el primero que descubrió una deformidad en los pies, recomendando tratamiento con manipulaciones y calzado corrector. Y ya en los baños romanos se ofrecían tratamientos para callos, durezas y se realizaba cuidados de las uñas.
En los reinados franceses de Luis XIV, Luis XV y Luis XVI aumentan las patologías podológicas en las clases nobles y burguesas por la evolución del calzado puntiagudo y de tacón. Por lo tanto, se inician las enseñanzas de cirugía pédica, el arte de sanar los pies y tratamiento de los callos, verrugas y afecciones de las uñas, al mismo tiempo que comienzan a llegar influencias de Europa y Estados Unidos. La demanda del servicio lo confirma como una necesidad.
En Chile
En nuestro país, el 19 de Noviembre de 1957 se crea la “Asociación Nacional de Pedicuros de Chile”, bajo decreto 5.667, según lo establece el Diario Oficial de la época. Durante los años 1967 y 1968 la entidad envía de forma sistemática cartas a las autoridades sanitarias de la época, solicitando que se regule legalmente la pedicuría en Chile. Esto según consta en el documento Nº 17.157 de 12/08/1968, dando origen al “Reglamento para ejercer la Profesión de Podólogo” por medio del Decreto Supremo 951, promulgado y publicado en el Diario Oficial N° 27.224, el 20 de diciembre de 1968, por el entonces Presidente de la República Sr. Eduardo Frei Montalva, siendo su Ministro de Salud Don Ramón Valdivieso.
En septiembre de 1996, el “Primer Proyecto de Prevención del Pie Diabético”, documento pionero en su tipo dentro de la Salud Primaria, se desarrolló por un período de 12 meses en los tres consultorios de la Comuna de San Joaquín: Consultorio Sor Teresa de los Andes, San Joaquín y Doctor Baeza Goñi. En el año 2004 el Departamento de Programas de Salud de las Personas y de Atención Primaria del Ministerio de Salud incorpora la participación activa del Podólogo a nivel del Programa Cardiovascular, en la atención podológica a pacientes diabéticos compensados.
El 19 de enero de 2007, se promulga el Decreto Supremo N° 16 – Reglamento sobre los registros relativos a los Prestadores Individuales de la Salud – el que incluye a todos los profesionales de la salud y a los Técnicos Paramédicos Auxiliares regulados en el artículo 112 del Código Sanitario, sumando así a los Podólogos.
La evolución ha sido desde servidores, asistentes, callistas, pedicuros, podólogos… experiencias que han permitido que esta especialidad técnica se profesionalice cada día más en nuestro país hasta llegar al colaborador que hoy se denomina como “Técnico de Nivel Superior en Podología Clínica”, quien tiene una preparación teórico-práctica de más de dos mil horas pedagógicas, con intensas Prácticas Curriculares y Práctica Laboral en Campo Clínico.
Esta preparación les permite insertarse en el equipo de salud y brindar sus conocimientos, habilidades y valores con una tremenda responsabilidad social. Los Técnicos en Podología Clínica buscamos cuidar y mantener la salud del pie, educar, prevenir y derivar – con especial dedicación al paciente diabético – a fin de evitar amputaciones, mediante técnicas terapéuticas propias de su rol. Esto no incluye procedimientos invasivos tales como aplicar anestesia, onicectomía y tampoco prescripción de antibióticos o medicamentos, tareas reservadas sólo al Facultativo o Médico.
Muchas felicidades a los colegas en este día en que repasamos la evolución de un área que desde tiempos antiguos es fundamental para la salud integral de todas las personas. Una invitación también a todos los lectores a preocuparse por el bienestar de sus pies y consultar a los especialistas adecuados.