Lo bueno, lo malo y lo feo de las pantuflas
La implementación del teletrabajo y las cuarentenas han provocado algunos cambios de hábitos en nuestras rutinas diarias. El estar en casa nos permite cierta flexibilidad en el código de vestuario, por ejemplo, dando uso a ropa y calzado cómodo, como las pantuflas.
Cómodas pero dañinas
Cómodas por definición, hay de distintos colores, materiales y diseños, pero todos tenemos un par de pantuflas en nuestros hogares, ya que al ser un calzado abierto, favorece la circulación sanguínea, entregando sensación de descanso. Al ser cómodas y flexibles, permiten airear nuestros pies.
Pero, lamentablemente, los beneficios son menores, ya que usarlos por periodos prolongados podrían generar consecuencias negativas, como sudoración excesiva de los pies, que podría generar un hábitat propicio para ciertos hongos Dermatofitos, del grupo Antropofílicos, es decir, hongos que atacan exclusivamente al ser humano, tales como los del género Trichophyton.
Además, la ausencia de soporte en la zona del talón es un indicador de que debemos usar este calzado por periodos cortos de tiempo, destinándolas al descanso más que al día a día, ya que se podría generar una sobrecarga de la musculatura posterior de la pierna , es decir, el conjunto de músculos que comprometen al Músculo Tibial Posterior, Músculos Gastrocnemios, o sea, Gemelo interno y Gemelo externo y el Sóleo, ya que la estructura propia de este tipo de calzado y los materiales con que se confeccionan, hace que la suela no amortigüe el impacto contra superficies duras, y este recaiga en los músculos, ya mencionados.
La superficie plana y fina de la parte inferior de este calzado podría provocar diferentes lesiones al dar la zancada, como dolores en las rodillas, espalda y cadera, pudiendo provocar fascitis plantar; es decir, inflamación de la Fascia, membrana muscular localizada o a lo largo de la región plantar.
Nunca en adultos mayores
Si bien, es un calzado cómodo que permite la circulación, el uso de pantuflas no es recomendable en adultos mayores, puesto que al ser holgado y sin firmeza, podría fomentar los accidentes domésticos.
Para personas con baja movilidad se recomienda calzado que sujeten el tobillo, se adapten bien al pie, que tengan suela estable y con algo de tacón, puesto que éste, permite distribuir mejor la presión entre el antepié y retropié, lo que impide generar malestar físico. La altura recomendada para una persona adulta es que, el tacón, no debe ser superior a 2 cm aproximadamente.
Los materiales más recomendables para el calzado para este rango etario son la piel, termoplásticos y algunas resinas, pero de ser posible, la primera recomendación será el cuero y la tela, ya que, con el paso de los años, las personas pierden su capa de grasa protectora ubicada bajo el hueso calcáneo, lo que incidiría en dolencias del tipo fascitis plantar y espolón calcáneo.