La salud de niños como inversión estratégica para el futuro de la sociedad

La salud de los niños, niñas y adolescentes (NNA) no es solo un imperativo ético, sino una inversión estratégica con retornos exponenciales para el desarrollo sostenible de cualquier sociedad. Así lo confirman diversos organismos internacionales como UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que coinciden en que priorizar el bienestar de la población infantojuvenil es fundamental para el progreso a largo plazo.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), un niño sano tiene mayores probabilidades de alcanzar su máximo potencial cognitivo y físico, lo que fortalece el capital humano de un país. Más allá del beneficio económico, la salud de los NNA también influye directamente en la estabilidad y el bienestar social. Cuando las familias ven a sus hijos prosperar, se fortalece la confianza en las instituciones y el tejido social, lo que crea un ambiente más saludable y menos propenso a la delincuencia, como ha señalado UNICEF.

En este contexto, la promoción de la salud emerge como una estrategia clave para empoderar a la población infantojuvenil. Se trata de una visión que se alinea con la Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud, que subraya la importancia de políticas públicas saludables, entornos propicios y el desarrollo de habilidades personales.

El liderazgo transformador de enfermería juega un papel crucial en la implementación de estas estrategias. La enfermería, por su cercanía con la comunidad y su visión holística del cuidado, trasciende la mera atención de enfermedades y se enfoca en la prevención, la educación y el acompañamiento en todas las etapas de la vida.

Organismos como el Banco Mundial también han enfatizado que «no hay ninguna otra inversión en el desarrollo que genere tantos beneficios para las personas y para las economías como el desarrollo en la primera infancia». Este consenso global, que reconoce la salud de los NNA no solo como un derecho sino como una estrategia inteligente para el progreso, subraya la necesidad de un liderazgo que sea no solo competente, sino también inspirador y empático.

Priorizar el bienestar de los niños, niñas y adolescentes es una apuesta por un futuro sostenible para todos. La efectividad de estas estrategias de promoción de la salud depende de un liderazgo humano que, como el ejercido por la enfermería, pueda inspirar y motivar el proceso de cuidado.