La gratuidad en el Mensaje Presidencial: Otro espejismo
El 31 de diciembre de cada año es el momento para efectuar los balances, evaluar lo bueno y lo malo de lo sucedido y, también, para establecer los propósitos del año siguiente.
En ese contexto, en un mensaje transmitido en cadena nacional en el último día del año 2016, la Presidenta Michelle Bachelet destacó la gratuidad en educación superior como uno de los grandes temas de ese año: “El 2016 fue un año en que miles de familias vieron cómo uno de los suyos entraba a la educación superior bajo el régimen de gratuidad. Iniciamos así la consolidación de un principio que la ciudadanía demandó: que exista acceso a educación de calidad para todos y todas”.
En el entendido que la Presidenta puede no estar en conocimiento de los detalles que aquí esgrimimos, la omisión reflejaría que su equipo asesor le presentó a ella una realidad no verdadera, es decir una ilusión óptica que, como hemos dicho en otras ocasiones, formaría parte un espejismo. Ese hecho en sí mismo sería gravísimo por la responsabilidad que el cargo de Presidente conlleva.
Sin embargo, la Presidenta omitió referirse a cuál es el balance de la gratuidad en educación superior durante el año 2016. A modo de refrescar la memoria, recordemos el estudio publicado por AcciónEducar el 6 de noviembre del 2016 “Lecciones de la gratuidad 2016: el aporte en aranceles que el Estado no pudo compensar”.
Las seis principales conclusiones de dicho estudio las sintetizamos a continuación: 1. El Estado produjo déficit en 29 de las 30 instituciones adscritas a la gratuidad. 2. El monto total de ese déficit superó los 30 mil millones de pesos. 3. Las tres IES con mayor déficit son privadas. 4. En los puestos cuarto y quinto están la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile respectivamente. 5. La fórmula presupuestaria para el año 2017 mantiene los fundamentos del 2016. Y 6. Hay un daño severo sobre todo el sistema de educación superior.
A la luz de estos antecedentes, desconcierta la omisión efectuada por parte de la Presidenta en torno a esta materia, sobre todo, sabiendo que el sector es de importancia estratégica para nuestro país. En el entendido que la Presidenta puede no estar en conocimiento de los detalles que aquí esgrimimos, la omisión reflejaría que su equipo asesor le presentó a ella una realidad no verdadera, es decir una ilusión óptica que, como hemos dicho en otras ocasiones, formaría parte un espejismo. Ese hecho en sí mismo sería gravísimo por la responsabilidad que el cargo de Presidente conlleva.
Otra lectura de ese mensaje de fin de año y la reiteración de la gratuidad, podría entenderse como una deliberada forma de desviar la atención de la crítica situación que vive la educación superior de nuestro país producto de las desatinadas decisiones gubernamentales que no únicamente pasan por la vilipendiada reforma a la educación, sino por su actuación en general.