La crisis de sentido en los jóvenes
Muchos jóvenes que cursan la educación superior experimentan una crisis de sentido que afecta su bienestar y desempeño académico, presentando síntomas como desmotivación, ansiedad, estrés, dificultades para mantener la disciplina y hasta falta de gusto por la carrera elegida, lo que en algunos casos puede traducirse incluso en el abandono académico temporal o permanente.
Las casas de estudios superiores deben tener en cuenta entonces, que la falta de bienestar emocional de los estudiantes puede, ciertamente, aumentar la ansiedad, las crisis de pánico, la depresión y acentuar otros problemas de salud mental que afectan la calidad de vida y, por consecuencia, la capacidad de aprender, crear y relacionar aprendizajes.
Un estudiante sin propósito puede sentirse desconectado de su entorno educativo disminuyendo su participación en las actividades propias de la vida estudiantil.
Por todo esto, la educación superior debe asumir un rol activo en ayudar a los estudiantes a encontrar un propósito y para ello, además de tomar acciones como promover espacios de reflexión, mentorías, acompañamiento espiritual en algunos afortunados casos, deben promover y favorecer el trabajo actitudinal en las asignaturas disciplinares, pero también a través de la formación de valores en asignaturas que propendan la formación integral, así como en actividades de voluntariados, experiencias de servicio, acciones donde puedan poner en práctica la resiliencia, la honestidad, el esfuerzo, el respeto, la inclusión, valores que asociados a experiencias y personas que los encarnen ayudarán a los jóvenes a retomar o construir el sentido de sus vidas. Esto, sin duda alguna, tendrá efectos positivos a largo plazo en la sociedad, pues no estamos formando solo profesionales o técnicos que serán los futuros trabajadores de alguna institución o empresa, sino que estamos formando personas, ciudadanos que influirán en el desarrollo de su entorno, su región, su país y eso redituará, por ejemplo, en personas que se enfrentan al trabajo dando una mejor atención, con más cortesía, con actitud de colaboración, optimismo, comprometidas, responsables, etcétera.
En conclusión, todos los que trabajamos en educación superior debemos estar atentos y disponibles a poder orientar a los jóvenes que se encuentren en situaciones de crisis de sentido.