«Hepatitis: Es hora de diagnosticar, tratar y curar»
Bajo este lema, este 28 de julio se conmemora el Día de la Hepatitis. Las actividades que la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone buscan apoyar la expansión de los servicios de prevención, pruebas, tratamiento y atención de la hepatitis a nivel nacional y mundial. El enfoque específico está en promover las recomendaciones que existen para la realización de pruebas y tratamiento, mostrar las mejores prácticas y promover la cobertura de salud universal de los servicios de atención de hepatitis, mejorando las alianzas y la financiación en la lucha contra la hepatitis viral.
Existen cinco tipos de hepatitis más conocidas: A, B, C, D y E. Todas afectan al hígado, provocando los mismos síntomas: fiebre, náuseas, vómitos, dolor abdominal e ictericia (tono amarillo de la piel). La gran diferencia está en su vía de transmisión, en cómo nos contagiamos.
En el caso de la Hepatitis A y E pueden adquirirse a través de alimentos o agua contaminados y los síntomas se producen de 2 a 3 semanas. En este tipo de hepatitis, su importancia está en la estrecha relación con las condiciones sanitarias y culturales de una población, teniendo un gran descenso de los casos en nuestro país. Las principales recomendaciones están en el buen lavado de manos después de ir al baño, lavado de frutas y verduras, evitar consumir alimentos en la vía pública o en lugares que evidencien una incorrecta manipulación de los alimentos.
La hepatitis D se puede contraer, solo si tiene hepatitis B o por vía sexual y a través de recibir sangre contaminada. La incidencia de esta enfermedad en nuestro país es muy baja.
Las hepatitis virales B y C son actualmente los grandes desafíos para la salud pública. Son infecciones crónicas que no muestran síntomas durante un período largo de tiempo, pueden ser años o décadas. Pueden transmitirse por vía parenteral, sexual, perinatal y horizontal; a través del contacto de las mucosas con fluidos corporales infectantes (una punción con aguja de paciente contagiado). Son causas frecuentes de muerte asociada a insuficiencia hepática, cirrosis y cáncer de hígado.
En el caso de la Hepatitis B, en 1990 se inició en Chile la vacunación del personal de salud y a partir del 2005 se incluye la vacuna anti hepatitis B a todos los lactantes en el Programa Nacional de Inmunizaciones, a los 2, 4, 6 meses y una dosis de refuerzo a los 18 meses. El programa también incluye una dosis de Hepatitis A, a los 18 meses.
Todos los nacidos antes de esos periodos estamos expuestos a contraer estas enfermedades. La vacuna contra la hepatitis B es el principal pilar de la prevención de esta enfermedad. Son grupos de riesgo las personas que necesitan transfusiones frecuentes de sangre o productos sanguíneos, pacientes sometidos a diálisis y receptores de trasplantes de órganos, reclusos, consumidores de drogas inyectables, parejas sexuales (personas que conviven con pacientes con infección crónica por el virus de la hepatitis B) y personas con múltiples parejas sexuales. Asimismo, necesitamos formar una cultura y adoptar prácticas sexuales más seguras; por ejemplo, reducir al mínimo el número de parejas sexuales y utilizar medidas de protección (preservativos), los cuales resguardan contra la transmisión.