Escuelas inclusivas
Las escuelas en nuestro país están llamadas a ser escuelas inclusivas, esto quiere decir, que deben responder a la diversidad de estudiantes y personas que conforman la comunidad escolar. Para ello las escuelas deben contar con políticas internas orientadas a disminuir las barreras para el aprendizaje, es decir, que la escuela debe contar con reglamentos y directrices que apunten a la inclusión, la infraestructura que favorezca la participación, y contar equipos de profesionales multidisciplinarios que permita acoger y promover el desarrollo de los estudiantes.
Ante este contexto las escuelas deben estar abiertas y preparadas para trabajar con estudiantes con síndrome de Down, identificando sus características de manera de poder acompañarlos en el desarrollo integral, dado que poseen discapacidad intelectual, hipotonía muscular, así como algunas veces retraso o alteraciones del lenguaje.
Fomentar autonomía y desarrollo del lenguaje e incorporar a las familias
En niños y niñas que presentan esta condición es fundamental que los docentes, educadores y técnicos que los acompañen en el proceso de desarrollo, fomenten la autonomía al interior de la escuela, otorgándole tareas rutinarias que les permitan asumir responsabilidades (como puede ser repartir los pinceles en las clases que corresponda, regar una planta que se encuentre al interior de la sala de clases), del mismo modo se debe fomentar el desarrollo del lenguaje, dándoles instrucciones simples y directas (saca tu estuche, completa tu tarea, etc), darle el espacio para que pueda expresarse en forma oral, utilizar pictogramas con quienes lo necesiten, etc.
Otro elemento importante es que los estudiantes deben ser partícipes de todas las actividades que se realicen con el grupo curso, adecuando aquellas que lo requieran, las que deben estar vinculadas directamente con las que realizan sus compañeros y compañeras. Así mismo, es importante que sus compañeros de curso respeten los tiempos de trabajo, y comprendan que las actividades que realizan les permiten avanzar en su propio aprendizaje.
Uno de los mayores temores que enfrentan las familias es dejar que los niñas y niñas estén sin su cuidado, es por ello muy importante que las familias se involucren en el proceso de aprendizaje, de manera que identifiquen los logros que van teniendo, le transmitan la seguridad.
Así mismo es importante que las familias incorporen las estrategias de enseñanza que se utilizan al interior de la escuela, de manera de permitir a niños y niñas seguir desarrollando habilidades, destrezas y competencias aún cuando esté en su casa. Esto no quiere decir que los estudiantes deben seguir haciendo tareas en casa, sino que, si por ejemplo en la escuela están aprendiendo a contar, se le pida ayuda al niño para poner la mesa a la hora de la once, preguntando ¿cuántas personas nos sentaremos a la mesa? ¿Cuántos individuales necesitamos poner? ¿Cuántas tazas son necesarias?, de manera que el niño o niña tenga la oportunidad de seguir desarrollando el conteo en una situación de la vida cotidiana.
Otro ejemplo, para el desarrollo del lenguaje, de camino a casa puede ir pidiendo que identifique algunos elementos con preguntas como ¿qué auto es azul? ¿Cómo empieza la palabra aaaazul? (alargando la vocal inicial), ¿de qué color es la polera de esa niña que va pasando?, o incluso preguntarle qué fue lo que hizo durante la jornada escolar, ayudándole a incluir conectores y secuenciar sus actividades ¿Qué hiciste en la mañana al llegar a la escuela?, ¿y luego? ¿Y antes que yo llegara a buscarte?
La inclusión es tarea de todos; con vocación y cariño podemos generar grandes instancias de aprendizaje y conexión.