Ahondar en el  factor necesidad del hombre convierte toda reflexión en filosófica,  puesto que, a esta verdad le es inherente la metafísica que debe explicar la  realidad de la incompletitud e imperfección humana.  En efecto, es ella la que  debe analizar la   comprensión del hombre  como ser necesitado y carente. La meditación que hacemos se apoya,  en consecuencia, en esta  certeza, que constituye los cimientos de lo propiamente humano.  Si el hombre no eleva la mirada hacia una realidad trascendente se convierte en su propio Dios. Él se sabe la criatura superior de la creación, pero, esto mismo debe ser el impulso que lo lleve a buscar una verdad más allá de sí mismo y más perfecta.

Efectivamente:

“Desde el momento en que una criatura se da cuenta de Dios como Dios, y de ella como un yo, se le presenta la terrible alternativa de elegir a Dios o a sí misma como centro. Este pecado es cometido diariamente tanto por niños pequeños y por campesinos ignorantes, como por personas sofisticadas; por personas solitarias, no menos que por aquellas que viven en sociedad. Es la caída en cada vida individual, y en cada día  de cada vida individual, el pecado fundamental tras todos los pecados particulares”   (1)

“Terrible alternativa” nos afirma Lewis. Si elijo mi yo no podré hablar más que de mi yo. No sólo soy el centro, sino que soy mi todo. La tentación es permanente para todas las edades y para todos los que existen. No  habría inmunidad ni excepción alguna. El “pecado fundamental “se respira en todos los aires y  se esconde detrás de todo pecado, siendo su origen y principal incentivo. Es la fuerza que clama para que la única preocupación sea  yo mismo.

En “El Problema del dolor”, Lewis  cita unos versos de W. de la Mare, contenidos en el poema: “Napoleón”. En ellos claramente se muestran los absurdos de un yo, que “es” su naturaleza y destino.

Como puede verse:

 “¿Qué es el mundo, Oh soldados?

Soy yo:

Yo, esta incesante nieve.

Este cielo del norte

Soldados, esta soledad

A través de la cual marchamos

Soy yo.” (2)

La historia presenta a Napoleón como un demente. Es precisamente un ego desmesurado, que se convierte en prisma de todo lo real y que está en la base de todo solipsismo, entendido  éste, desde su raíz etimológica, como lo que existe solo, en sí mismo y desligado de todo. El contacto con la realidad que se denomina juicio, está obsoleto en los adoradores de su yo. La realidad para ellos es ese sí mismo sin ninguna  ligazón, sin ningún  contacto. No ven lo real. Lo más funesto es que al hacerme yo sujeto de mi propia creación, no cuento con los elementos  para existir, es imposible prescindir  de todo y de los demás .Me convierto, en sentido estricto, en una ficción, puesto que nada sólido puede sustentarme. Vivo en lo irreal y  por esos peldaños se llega al infierno. La vastedad de los imperios es nada si se encierran en mi yo.

El  poema  manifiesta que la naturaleza, la nieve,  el cielo, el destino, es “yo”. Todo lo que existe es para alimentarlo en mí  y hacerlo  “mi” realidad.  Aquello  que se proyecta desde mi yo, va siendo “creado,” no en sí mismo, sino “para mí”. La blancura y el frío de la nieve, me pertenecen…

Esta especie de absorción, de tragarse todo en una postura voraz, constituye el afán de muchos seres que se gestan desde esta base egolátrica .Estos quedan  impedidos para  ver realmente la realidad “otra”, de los seres y las cosas.  Son criaturas que  se alimentan de su nada,  viven el absurdo, el fracaso y el suicido como parte de su existencia. (3)

Subjetivismo, relativismo  y mucha otras nociones afines, se anidan en esta postura que aspira la realidad, en una especie de succión desintegradora, que sólo toma la forma y la impronta de quién la absorbe. La “autenticidad”, palabra pseudo elogiosa que denomina a estos personajes, esbirros de su yo, no logra ocultar  la falsedad gnoseológica, daño moral  y tara ontológica que contienen. Egolatría y nihilismo se identifican en ese alimentarse de un  vació existencial, logrado por no   procurar  el hombre una realidad más allá de sí mismo. (4)

_______________________________________________________________________________

(*) Meditación basada principalmente en textos de C.S. Lewis

(1) LEWIS, C.S. El problema del dolor Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1990.p77

(2) LEWIS, C.S. El problema del dolor Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1990. p122

(3) “El egoísmo figura tan bien la muerte, que la tumba entrega a la descomposición, a la desorganización, a la podredumbre a aquel que preserva del aire y de la vida. Guarda, en fin, a aquel que le es confiado, pero lo guarda para los gusanos que esperan su presa. La tumba es el hombre que se encierra en si mismo” HELLO, Ernesto Los Platillos de la balanza. Difusión, Buenos Aires, 1948, p.176

(4)Este yo egolátrico no necesariamente es un yo de una solo persona. Puede ser una colectividad o una nación. Una raza aria que sólo se mira a si misma o una nación que desprecia a sus vecinos  y pretende avasallarlos .Este yo se despliega cuantitativamente, pero sigue siendo uno. Las políticas partidistas contemporáneas, fundadas en ideologías cerradas y herméticas, cual sectas gnósticas con sus verdades esotéricas, son un fiel reflejo de lo que estamos analizando. Así lo afirma Juan Antonio Widow: “La ideología no supone ninguna  naturaleza real; tampoco, por la misma razón, reconoce principios: todo debe ponerlo ella, es el principio de todo.  No existe para la ideología esa contraparte de la acción del sujeto que es la realidad con su naturaleza propia y, por esto, no hay riesgo de chocar con ella.: si la acción se inspira en la ideología, es inconcebible que yerre,  pues emana de la única verdad y no requiere de ningún  otro punto de referencia para ser justa” WIDOW, Juan, El hombre animal político  Universitaria, 1984 p.174