El Oro Azul: Chile y su oportunidad en la nueva Economía Energética

En el actual contexto de transición energética y descarbonización, el cobalto, conocido como «oro azul», ha adquirido un papel estratégico debido a su rol fundamental en la fabricación de baterías de iones de litio para vehículos eléctricos. Su capacidad para mejorar la estabilidad térmica y la densidad energética de las baterías lo convierte en un elemento clave para la electromovilidad y el almacenamiento de energía renovable. En este escenario, Chile se perfila como un actor emergente en el mercado global del cobalto, con la posibilidad de posicionarse como el segundo mayor productor mundial, solo detrás de la República Democrática del Congo.
De acuerdo con estudios recientes, Chile podría alcanzar una producción de entre 10.000 y 15.000 toneladas métricas de cobalto anuales, superando a Indonesia, que actualmente ocupa la segunda posición con aproximadamente 9.500 toneladas métricas. La riqueza geológica del país, especialmente en yacimientos del tipo óxidos de hierro-cobre-oro (IOCG) y en relaves mineros con contenido de cobalto en las regiones de Atacama y Coquimbo, representa una ventaja competitiva significativa. La explotación de estos recursos mediante tecnologías innovadoras permitiría minimizar el impacto ambiental y optimizar la recuperación del metal.
Desde el punto de vista científico, una de las técnicas más prometedoras para la recuperación de cobalto en Chile es la biolixiviación. Este proceso, basado en el uso de microorganismos para solubilizar el metal presente en minerales sulfurados y relaves, ofrece una alternativa más eficiente y sustentable. Además, ayuda a mitigar riesgos ambientales asociados a la oxidación de la pirita, reduciendo la posibilidad de drenaje ácido y contaminación de aguas subterráneas. Implementar esta tecnología en la minería chilena permitiría consolidar al país como un referente en minería sustentable y de alto valor agregado.
En términos económicos, el desarrollo de una industria nacional del cobalto podría diversificar la matriz productiva de Chile, disminuyendo su dependencia del cobre y el litio. La creciente demanda de este metal, impulsada por el auge de los vehículos eléctricos y el almacenamiento de energía, proyecta un mercado en expansión con precios favorables. Atraer inversión extranjera y fomentar la instalación de capacidades industriales para la refinación y manufactura de materiales avanzados permitiría a Chile capturar una mayor proporción del valor agregado del cobalto, en lugar de limitarse a la simple extracción del mineral.
Este desarrollo industrial también tendría un impacto positivo en la economía local, generando empleo especializado, fortaleciendo la infraestructura y promoviendo la formación de capital humano en áreas como la metalurgia extractiva y la biotecnología aplicada a la minería. Asimismo, políticas de incentivo a la investigación y el desarrollo (I+D) en torno al cobalto podrían consolidar a Chile como un líder en minería tecnológica y sostenible.
En conclusión, Chile tiene la oportunidad de convertirse en un actor clave en la producción global de cobalto, un mineral esencial para la transición energética. La combinación de recursos geológicos, innovación en procesos extractivos y una estrategia económica orientada a la agregación de valor posicionaría al país en la vanguardia de la producción de minerales críticos. Para capitalizar esta oportunidad, es fundamental que el país adopte políticas públicas que fomenten la inversión, la sostenibilidad y el desarrollo tecnológico en torno al «oro azul».
- Publicado originalmente en Diario Estrategia el viernes 21 de marzo de 2025.