El emprendimiento y sus componentes
En el desarrollo de cualquier tipo de emprendimiento, resulta clave para su éxito, el tener las competencias personales para crear alianzas colaborativas, esto significa contar con habilidades para liderar y comunicar de manera eficaz el proyecto o las metas a lograr a los demás..
Desde dicha perspectiva podemos señalar que para tener un liderazgo exitoso al interior de un equipo, resulta clave un dominio del lenguaje y de la comunicación en general, siendo claro y directo, de tal manera que nos demos a entender, evitando las ambigüedades en el mensaje.
En este sentido, la comunicación efectiva tiene mucha relación con la inteligencia emocional, dado que los líderes se vinculan con el otro a partir de comprender sus emociones y motivos, siendo la tarea de éstos despertar los sentimientos positivos de su equipo a partir de una posición de respeto y empatía.
A la inteligencia emocional, sin duda le debemos asociar otros elementos como una visión clara respecto a los objetivos, y como ya mencionamos, saber transmitirla de tal manera que resulte fácil para otros interiorizarla, logrando que su mensaje alcance la mente y el corazón de su destinatario.
En definitiva, quienes están emprendiendo y por ende liderando, deben siempre considerar el poder que tiene la comunicación y cómo ésta se puede transformar en un pilar central en el logro de sus objetivos, entendiendo por cierto, que resulta imposible para el ser humano no comunicar.
Ser autodidacta y reflexivo para el emprendimiento
El desarrollo del espíritu emprendedor, de acuerdo al trabajo que hemos realizado en la Universidad Santo Tomás de Valdivia con el manual didáctico Eduprende, que se ejecuta gracias al Fondo de Innovación para la Competitividad – FIC- denominado “Red de educación para el emprendimiento de la Región de Los Ríos”, se aborda a través de seis fases.
La segunda de ellas es “Plasmar mis aspiraciones en conceptos manejables”- que sigue a “Visualizar mis aspiraciones” que es la primera-, donde el estudiante inicia un proceso de reflexión de tipo crítico en relación a sus aspiraciones, y que apunta a alentar su integridad intelectual, su honestidad y su credibilidad. Esto permite que la persona, especialmente nuestros jóvenes, tengan la capacidad de fundamentar sus juicios y opiniones, a través de la búsqueda de información respecto a sus intereses, aprendiendo a seleccionar las fuentes del enorme cúmulo de datos que se maneja hoy en día.
En esta etapa resulta clave una habilidad básica de las personas, el “ser autodidacta”, que se refiere fundamentalmente a hacerse responsable de su propio aprendizaje, lo que significa profundizar conocimientos respecto a sus intereses para poder transformar las ideas en conceptos que se pueden manejar para luego concretar. Esto además requiere autorregulación, no sólo para el manejo de los tiempos, sino también de las emociones.
Otro tema a desarrollar en esta fase es el de “ser reflexivo”, que dice relación con hacer uso de manera adecuada de la información que poseo, logrando discriminar aquello confiable y que permite darle un uso efectivo para lograr emprender.
Esta fase es sin duda un pilar en el fortalecimiento del espíritu emprendedor, ya que al tratar de desarrollar el aprendizaje de manera autodidacta, la persona será capaz de hacerse cargo a lo largo de su vida de nuevos desafíos y adaptarse, permanentemente, a los emergentes requisitos del conocimiento y de un mundo cada día más globalizado.