Día Mundial contra la Hepatitis
La hepatitis es una inflamación aguda o crónica del hígado. Algunas de sus causas están asociadas a consumo excesivo de alcohol, medicamentos, enfermedades autoinmunes y hereditarias. Cinco son sus tipos y su diferencia está en su vía de transmisión; en cómo nos contagiamos. Las más comunes son las hepatitis virales.
Las hepatitis A y E se adquieren a través de consumo de alimentos o agua contaminados con deposiciones de otra persona contagiada. Sus síntomas se producen de 2 a 3 semanas: dolor abdominal, vómitos e ictericia (tono amarillo de la piel). Su prevención está en directa relación con las condiciones sanitarias y culturales de una población. ¿Qué necesitamos? Un buen lavado de manos después de ir al baño, lavado de frutas y verduras antes de su consumo y evitar consumir alimentos en la vía pública o en lugares que evidencien una incorrecta manipulación de los alimentos.
La hepatitis D se contrae si de base tenemos hepatitis B. También, por vía sexual o a través de recibir sangre contaminada. La cantidad de casos que se presentan de esta enfermedad en nuestro país es es muy baja.
Las hepatitis B y C siguen siendo un desafío para la salud pública. Las personas que las padecen no presentan síntomas hasta que hay daño en hígado, por lo que desde el contagio hasta los síntomas pueden pasar varios años. Aquí está el mayor problema, ya que esta persona puede contagiar a otros en este periodo asintomático, siendo un virus mucho más infeccioso que el VIH. Su transmisión es por vía parenteral (sangre), sexual, perinatal y horizontal; a través del contacto de las mucosas con fluidos corporales infectantes (una punción con aguja de paciente contagiado). Son causas frecuentes de muerte asociada a insuficiencia hepática, cirrosis y cáncer de hígado.
Durante este año, Chile incorporó en el Plan Ampliado de Inmunización la administración de la Vacuna Hepatitis B a todos los recién nacidos, como prevención de la transmisión vertical (cuando el recién nacido se expone al virus en el parto). En 1990 ya se había iniciado la vacunación del personal de salud, en 2005 se incluye en lactantes (2, 4 y 6 meses) y en 2009 incorpora dosis de refuerzo a los 18 meses más una dosis de Hepatitis A. En 2018 esto fue modificado a una vacuna hexavalente, a los 2, 4, 6 y 18 meses. En resumen, al 2019 nuestros niños deben recibir esta vacuna contra la Hepatitis B siendo recién nacido, 2-4-6 y 18 meses en una vacuna hexavalente (Hepatitis B- Difteria-Tétanos-Tos Convulsiva-H.Influenzae tipo b y Poliomelitis) más adicional a los 18 meses contra la Hepatitis A.
La vacuna contra la Hepatitis B es el principal pilar de la prevención de esta enfermedad, junto a una cultura de prácticas sexuales más seguras. Son grupos de riesgo las personas que necesitan transfusiones de sangre frecuentes, pacientes en diálisis y receptores de trasplantes de órganos, consumidores de drogas inyectables, parejas sexuales (personas que conviven con pacientes con infección crónica por el virus de la hepatitis B) y personas con múltiples parejas sexuales. Otras medidas importantes son reducir al mínimo el número de parejas sexuales y utilizar como medida de protección el preservativo, el cual resguarda contra la transmisión.