Día de la Salud Universal: por más cobertura y más corazón
Una sociedad capaz de asegurar la salud de su población tendrá un mejor nivel de desarrollo humano, tanto colectivo como individual. Cada 12 de diciembre se celebra el Día de la Salud Universal, que busca incentivar que todas las personas tengan acceso a servicios de salud de calidad sin enfrentar dificultades financieras. Chile debe lograr tener un sistema de salud que garantice a toda la población una cobertura universal; hoy las familias aún enfrentan grandes deudas por enfermedades catastróficas, persiste la falta de especialistas en muchas áreas, listas de esperas, etc. Sólo quienes tienen la oportunidad de optar a un mejor servicio lo hacen, ¿pero el resto?
Este año 2019 el enfoque de la conmemoración de este día está en la Atención Primaria; eje de los sistemas de salud para la Salud Universal y en el pacto 30.30.30, que busca acelerar la eliminación de barreras de acceso en un 30%, aumentar el gasto público en salud al menos 6% del producto interno bruto e invertir al menos el 30% de estos recursos en la Atención Primaria. Lamentablemente, el gasto público es bastante bajo lo que podría afectar el cumplimiento de estas metas.
En estos tiempos de cambio en Chile debe primar el compromiso político con el derecho de la salud y la cobertura universal. Primero, hay que reconocer que el derecho a la salud no está garantizado en la Constitución, sino solamente el derecho a elegir entre estar en sistema público o privado, y es lo que debe cambiar. Este derecho a la salud – y la forma cómo se operacionaliza desde la perspectiva de la respuesta social organizada en salud – es principalmente el derecho a la protección de la salud. La cobertura universal debe lograr conectar la demanda con la oferta de servicios (promoción, prevención, diagnóstico y tratamiento), donde cada persona tenga la posibilidad de hacer uso de estos servicios cuando lo requiere. Eso es la expresión de la cobertura universal; ahí estará el acceso efectivo. Así, a la oferta y la demanda de servicios, sumamos la disponibilidad de recursos y una prestación adecuada y de calidad.
El énfasis también debe estar orientado a los modelos de atención centrado en personas, organizado en redes integradas basadas en atención primaria, con retroalimentación permanente a la red de salud asistencial y recursos humanos preparados y motivados. Este último punto es el que ha salido con bastante frecuencia en las conversaciones ciudadanas que se están realizando durante estos días. Esta atención del recurso humano en todos sus ámbitos es mirada con insatisfacción por la comunidad y como una gran falencia en cuanto a la calidad humana; se ven personas que otorgan atención en salud carentes de corazón y una actitud adecuada ante esa persona enferma.
Consolidar el acceso efectivo va a depender de cómo las instituciones logran operacionalizar o establecer los mecanismos que permitan consolidar el acceso universal al financiamiento y transformarlos en el acceso efectivo a servicios de salud, entendiendo que una persona que presenta una condición de salud y que identifique necesidad de atención pueda acudir sin restricciones económicas, geográficas o de oportunidad a un servicio de salud con capacidad resolutiva.
La tarea no será fácil, pero partamos hoy por algo que no nos cuesta nada y será nuestro compromiso como formadores de personal de salud: apostaremos a la calidad humana, tener principios sólidos, tener valores como la generosidad, la lealtad, la alegría, el optimismo y sobre todo saber dar a los demás – ya sea tiempo sin esperar recompensa o paga alguna – tolerar a los otros en sus creencias, no juzgar sin haber estado en los zapatos del otro. Coloquemos corazón y actitud a la aptitud.