Proyecto de Ley de Educación Superior: Bienvenida la moción de calma en tan cuestionado proyecto
En otras ocasiones hemos insistido en que el Proyecto de Ley de Educación Superior carece de aceptación, inclusive de forma absoluta. No hay quien respalde este proyecto en su actual arquitectura y mucho menos en lo que se vislumbra en cuanto a lo sombrío de su implementación.
Sin perjuicio de eso, observamos que un sistema dinámico y en progresión a su robustez, como el nuestro, requiere de cambios que siempre son necesarios y, en buena lid, deben ser guiados bajo la premisa de lograr su proyección y consolidación. Un sistema de educación superior robusto nos beneficia y nos prestigia.
Por tal motivo, el ejecutivo da una señal esperanzadora en el sentido de valorizar la discusión legislativa con la calma y a la altura de la importancia histórica que esta reforma demanda. En efecto, dentro de los hitos en la tramitación de este proyecto de ley y que son publicados en el portal institucional de la Cámara de Diputados, el pasado 30 de agosto la Cuenta del Mensaje hace presente la urgencia Simple (vale recordar que el 4 de agosto el Mensaje hacía presente la urgencia Suma).
A modo de entender la trascendencia de este hito, el glosario que está a la vista en el portal web institucional de este poder del Estado, la urgencia Simple significa que la discusión y la votación en la Cámara requerida deberán quedar terminadas en el plazo de treinta días. Por su parte, la urgencia Suma apunta a que la discusión y la votación en la Cámara requerida deberán quedar terminadas en el plazo de quince días.
Entonces, es muy bienvenido este cambio en la dinámica de la discusión legislativa. Las discusiones más pausadas y reflexivas conducirán a ahondar en plenitud cada uno de los artículos de este Proyecto de Ley. Eso es lo que entendemos de este Mensaje y que queda plasmado en el hito de Suma a Simple urgencia.
Por cierto, en la discusión que acontecerá a partir de este cambio en la dinámica, sería muy oportuno sincerar el discurso en pos de contribuir a la reducción de las serias amenazas que provocarían el estanco de nuestro sistema de educación superior. Quiero enumerar algunos de los temas que sería muy pertinente discutir en plenitud: la férrea defensa de la autonomía institucional y la libertad de los proyectos educativos; la corrección del absoluto poder discrecional que se le da a la Subsecretaría de Educación Superior (colocar contra pesos institucionales); rediseñar, desde sus fundamentos, la Agencia para la Calidad de la Educación Superior en la lógica de que goce de autonomía frente al Ejecutivo; y reevaluar las opciones de financiamiento por la vía del mérito.
Las discusiones legislativas deberían confirmar que nuestro sistema no está en crisis, sino en una progresión a su robustez.