Resistencia ante la violencia y la estigmatización
Cada día vemos como los distintos matinales, noticiarios y medios de comunicación ponen en agenda a nuestros territorios no neurálgicos del Gran Santiago, como espacios de producción e intercambio del narcotráfico y guarida de delincuentes, reproduciendo una estigmatización de sus habitantes. Es cierto que la violencia producida por el narcotráfico se ha acentuado este tiempo pandémico, siendo cotidiano los fuegos artificiales y tiroteos; con niños y niñas que están creciendo en medio de balas locas y una ocasional respuesta militarizada por parte del estado con escasa legitimidad en el territorio. Pero también es cierto que, en medio de esta situación dramática, las organizaciones de mujeres y disidencias populares hemos hecho patente nuestra lucha contra el “narco”, llenando los espacios comunitarios con nuestras acciones, planteando en reuniones vecinales el temor a vivir cerca de la droga y el riesgo que algunos sectores tomados por el narcotráfico se conviertan en lugares de asesinatos, violaciones y agresiones sexuales de carácter misógino. Esto porque tenemos claridad que el “narco” no actúa ni utiliza las mismas tácticas cuando agregue a mujeres y a hombres.
En medio de una ciudad segregada y de medios de comunicación que prejuzgan y desconocen nuestros territorios, las organizaciones de mujeres y disidencias populares nos congregamos como “periferikas y periferikes”, desde donde queremos resistir a las distintas dinámicas de violencia producidas por el narcotráfico y el machismo: “achicándole la calle al narco y al macho”, desde la organización, el amor y la sororidad entre nosotras y nosotres.
Catalina Barra y Lorena Armijo
Investigadoras Centro CIELO
Universidad Santo Tomás