CARLOS CERDA, ESTUDIANTE DE PODOLOGÍA DE 75 AÑOS:

“Encuentro espectacular que Santo Tomás impulse los Trabajos Voluntarios de Verano”

Le encanta estudiar, aprender y traspasar sus conocimientos. Este año cursará su tercer semestre de Podología en la sede de Punta Arenas y se caracteriza por su energía y jovialidad.

Carlos Cerda iba en búsqueda de sus certificados de escolaridad para montar un proyecto de arte; sin embargo, nunca aparecieron. Este escenario lo motivó a cursar nuevamente toda su enseñanza media y, posteriormente, a entrar a la carrera de Podología en la sede de Santo Tomás de Punta Arenas.

A sus 75 años, este año cursará su tercer semestre y, dicho sea de paso, formó parte de los Trabajos Voluntarios de Verano que se realizaron en Yumbel; su energía y jovialidad sorprenden y traspasan generaciones.

Reconoce que estudió Arte en la Universidad de Magallanes y electrónica en Santiago, pero esos certificados tampoco figuraban en el sistema. “He pasado mi vida estudiando y buscando cómo ganarme la vida; tenía responsabilidades e hijos y gracias a eso pude educarlos y ahora son profesionales, pero después uno queda sólo y se las tiene que arreglar solo; fue ahí cuando dije que había que darle movimiento a mi vida”, relató Cerda.

La segunda oportunidad de haber cursado su enseñanza media lo motivó a estudiar en Santo Tomás, expresando que se convirtió en una de las mejores elecciones que ha tomado en su vida; “si no hubiese ocurrido nada de eso, saco el certificado, lo presento para un proyecto de exposición de arte y listo y hasta ahí habría llegado mi vida, pero no fue así. Me siento feliz, motivado, estoy encantado con todo lo que ha ocurrido”, expresó el estudiante tomasino.

– ¿Qué lo trajo en esta oportunidad a los Trabajos Voluntarios de Verano y cómo llego, en definitiva, a estudiar a Santo Tomás?

Entré a Santo Tomás porque me gusta el servicio. Resulta que soy artista visual por lo que siempre observo a las personas y me fijó en la forma de caminar que tenían. Vi que caminaban con dificultad, otras apenas podían hacerlo; en ese momento pensé en que tenía una edad en la que ya cumplí con mi familia y quería algo para mí.

Busqué y lo encontré en Santo Tomás. Fui a la sede, pasé por entrevistas y por muchos filtros porque soy el que más edad tiene; el resto, son todos jóvenes. Gracias a Dios, me dieron la oportunidad; estoy agradecido de mi jefa de carrera, que es la Sra. Natalia Eriz, quien me trata como uno más, me exige lo mismo que a los demás, no tiene ninguna preferencia, y me fue bien y me saqué muy buenas notas.

-Este año participó en Trabajos Voluntarios de Verano… Cuénteme de eso.

Nació observando a la gente. Hay algo que a mí me gusta y es ayudar a las personas que viven en la calle; también vi que tenían dificultades, que tenían problemas con sus pies y nadie los atendía.

Pensé, ¿por qué no? Yo los atiendo como cualquier persona y gracias a Santo Tomás lo puedo hacer; puedo tratarlos como pacientes, en las mismas condiciones y curarlos; o sea, ayudarlos a salir y educarlos porque la función también es esa: a mí me están educando y yo tengo que educar.

– ¿Ésta es primera vez en un Trabajo Voluntario de Verano?

Es mi primera vez. Me fui a presentar a la entrevista; se presentaron como 30 personas más o menos, pero hicieron una selección. Fuimos dos alumnos de la carrera de Podología que quedamos seleccionados, mi otra compañera no vino y quedé yo solo.

– ¿Qué ha significado para usted poder participar en una nueva versión de los Trabajos Voluntarios de Verano particularmente?

Es hermoso, porque yo aprendo de los jóvenes; ellos tienen otra música, otra manera de ser. Yo me adapto, no soy complicado; si meten bulla, no importa porque yo también estoy aprendiendo; para mí, es un aprendizaje más.

Cada joven con quien compartí me enseñó y lo que yo sé se lo entrego a ellos. Ahora, si ellos tienen problemas yo también coopero; atendí a algunas niñas que tuvieron problemas porque uno se accidenta, son accidentes menores, cosas pequeñas que uno puede solucionar. Entonces, está la compañera de TENS, está el Kinesiólogo, está el Podólogo; o sea, somos un equipo que nos ayudamos unos a otros.

– ¿Cuál sería el mensaje que le podría dar a las personas de la tercera edad?

Que no tengan miedo. Donde yo vivo, que es la zona austral más alejada, por el frío y la nieve, la gente vive encerrada; la gente jubila, se va a su casa y al mes se muere. Yo no quiero estar sentado en un rincón viendo televisión y no hacer nada, yo no puedo, yo trabajo.

Me levanto a las 5 de la mañana. Cuando no tengo clases en la Universidad en la mañana, trabajo y después tengo clases en la tarde, desde las 19:00 horas hasta las 23:30 o 23:45, de ahí llego a mi casa y después a las 5 de la mañana vuelvo a funcionar; otra vez, se repite el ciclo. Estoy acostumbrado, para mí no es un problema; en cambio, a los de mi generación les pregunto qué hacen jugando cartas; los invito a correr, a caminar, a hacer cosas.

Santo Tomás nos da la oportunidad de participar, ir a las casas donde están los enfermos mentales; existen unas casas habilitadas para esas personas y están ocultas en los barrios; la gente pasa por ahí pero no sabe lo que ocurre adentro.

Vamos seis u ocho alumnos, acompañados de nuestra jefa de carrera y trabajamos con ellos, los vamos a ver constantemente y nos damos cuenta de que, aparte de eso, hay otras necesidades, no sólo lo que nosotros hacemos.

– ¿Qué le parece que Santo Tomás impulse o potencie lo que son los Trabajos Voluntarios de Verano?

Encuentro espectacular que Santo Tomás impulse lo que son los Trabajos Voluntarios de Verano; en el lugar donde trabajé conocí a las personas y aprendí de ellas y ellas aprendieron de lo que yo puedo aportar. Mi idea es aportar y dejar bien a la Universidad; soy el único que representa a mi región, pero para mí no es un peso, es una alegría y un orgullo.