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Rector Nacional Jaime Vatter de la Universidad Santo Tomás es el nuevo presidente del CUPPatricia Matte:“Nadie puede negar que la educación pública hoy día está devastada”
La presidenta de SIP afirmó que los padres tienen derecho a elegir entre una opción pública y una oferta privada que cumpla estrictamente con la ley.
A la cabeza de la Sociedad de Instrucción Primaria, organización educacional con más de 150 años de historia y que cuenta con 18 colegios en su red, Patricia Matte es voz autorizada a la hora de referirse al proceso de reforma que hoy vive el sector, y cuya prioridad siempre debió estar –según su opinión– en el fortalecimiento de la educación pública.
¿Cree que están bien puestas las prioridades en esta Reforma?
Se partió por lo que menos cambio efectivo va a producir, y lo que más polémica va a armar. Nadie habla de preescolar, de lo que se anunció como primera etapa de la reforma estructural en educación que, a mi modo de ver, es lejos la más importante y positiva. Donde más podemos construir acuerdos, y es un tema mucho más complejo que lo que se ha planteado. No es simplemente llenar Chile de jardines infantiles, porque de hecho hay muchos vacíos hoy en día. La pregunta es por qué los papás no llevan a sus hijos a los jardines infantiles y al pre kínder. Y es porque no les da confianza el modelo que en esos jardines hay.
¿Cambios en la educación inicial reducirían los niveles de desigualdad?
Lo que aquí estamos hablando es que el preescolar va a hacer la diferencia para ir alcanzando una mayor igualdad. Pero para que sea verdad esa promesa, debemos partir con una primera discusión sobre qué componente debe tener ese currículum para que efectivamente haga diferencias en desigualdad. Y eso es mucho más costoso de lo que hoy día se está financiando vía subvención.
«En Chile, históricamente siempre hubo aporte del Estado a los privados, sólo que en los años 80 se regularizó por medio de una ley, atendiendo al desafío de la cobertura. «
Definir estándares.
Es la misma discusión que no hemos tenido en educación pre básica, básica y media. Qué estándar necesita Chile en el siglo XXI, y qué componente tiene que tener. Asimismo, qué está dispuesto a financiar el Estado. Todas estas discusiones de fondo no se han tenido y eso a mí me vuelve loca, porque temo que por el apuro, primero nos peleemos todos con todos cuando si hay algo en que se requiere un acuerdo de largo aliento es en educación, dado que los resultados no se ven a menos que haya una perspectiva de los próximos 10 años.
Pero discusiones sí han surgido.
Pero por qué partir al revés y no con dos temas que eran realmente de consenso. Primero el fortalecimiento de la educación pública. Yo creo que nadie –de ningún lado político, ni los más extremos– puede negarse a que la educación pública hoy día está devastada, y hay que reconstruirla con un nuevo modelo. Yo pienso que desde el ’82 a la municipalización se le pusieron dificultades para que no funcionara, y finalmente ninguno de los gobiernos se creyó el cuento de que la descentralización a nivel de municipio era la solución para la educación en Chile.
¿Esa es la principal causa de los problemas de la educación pública?
Hay también un segundo motivo, más de fondo. Aparte que no hemos dejado que funcione, no se les han dado las responsabilidades a los alcaldes. No se ha capacitado a la gente para que realmente lo haga bien. No se cree en el cuento. A lo que se suma esto de los 4 años de los tiempos políticos, y en educación si hay algo que se requiere son períodos muchos más largos. De hecho, aunque la municipalización hubiese funcionado de manera perfecta, me hace sentido pensar en un modelo diferente nada más que por esa variable. Tú requieres tener una institucionalidad de funcionamiento del sector público que sea atemporal, por sobre los tiempos políticos.
¿Pero, la Reforma a la Educación debiese corregir esos vicios?
La pregunta es qué estamos dispuestos a hacer como país, y qué límite a lo político le vamos a poner a este cambio. Yo creo que la Presidenta Bachelet tiene el liderazgo, y por eso me desespera cuando veo que se puede desgastar ese liderazgo en mover cambios que no van a hacer la diferencia. Y en 10 años más –con mucha más plata– nos vamos a encontrar con que los mismos colegios que estaban en los últimos lugares en resultados, lo van a seguir estando. Eso es algo que el Estado no puede aceptar. Yo habría partido exactamente al revés, con el fortalecimiento de la educación pública. Y todo lo que sea discusión ideológica, ahí se habría aminorado, porque no creo que haya nadie en Chile que hoy día piense que los privados pueden estar en todos los lugares y tener la misma oferta educativa que tiene el Estado, el que tiene un rol distinto. No en todas partes van a haber privados.
¿Y qué rol ocupan los padres en este modelo?
Los padres tienen derecho a elegir entre una opción pública y una oferta privada que cumpla estrictamente con la ley y que reinvierta los recursos que el Estado le provee en entregar una buena educación. ¡Si la gente no opta por lo privado porque es privado! Porque hay niñitos rubios, como dijo el ministro. Los padres buscan que sus hijos tengan más oportunidades que las que tuvieron ellos, junto con una cierta transmisión de los valores en los que ellos creen. Si la familia cree en el esfuerzo, el respeto, en el valor de la autoridad, va a elegir un colegio con ese proyecto educativo.
¿Qué reparos tiene del proyecto de ley presentado?
Poner como banderillas rojas para que todos los que creen que esto es como la ENU (Escuela Nacional Unificada) se alimenten de eso, es una tontera. Primero, no es la ENU. Segundo, está pensado supuestamente para mejorar la calidad, y no la va a producir. Y por lo tanto nos vamos a haber desgastado por algo que no va a generar la diferencia.
Entonces, ¿cómo se corrige un sistema educacional que claramente tiene vicios?
Pero si hay una institucionalidad recién instalada, con agencia y superintendencia, que permite dos cosas: que aquellos que no están cumpliendo con la ley –porque inventan niños, o porque sencillamente en vez de gastar el 70% de la subvención en los colegios se la llevan para la casa– no sigan existiendo. Y eso atado a la agencia, que supuestamente va a decir quiénes son los colegios que sostenidamente han tenido malos resultados, y le da la oportunidad de 4 años para que mejoren, y de lo contrario –sea privado o público– tiene que cambiar de sostenedor. De esta forma se da la instancia para que aquellos que no les interesa entregar una buena calidad de educación, y que simplemente están por un buen negocio –aunque no se dé– salgan del sistema. Eso, en vez de poner a justos y pecadores en la misma categoría, donde hay muy buenos colegios con fines de lucro que hoy están puestos en jaque. ¿Por qué no esperar que el sistema ya instalado funcione, y mientras tanto fortalecemos la educación pública?
¿Cree que el ministro desconoce el aporte del sector subvencionado?
Creo que al secretario de Estado le faltó una conversación previa para entender cuáles eran los elementos centrales del sistema privado y cuáles del municipal. Él fue ministro de Hacienda y, por lo tanto, debió haberse dado cuenta de cómo se malgastaban los recursos en el sector público.
«Los padres buscan que sus hijos tengan más oportunidades que las que tuvieron ellos, junto con una cierta transmisión de los valores en los que ellos creen. Si la familia cree en el esfuerzo, el respeto, en el valor de la autoridad, va a elegir un colegio con ese proyecto educativo.»
¿Y ustedes se han sentido parte del debate?
Me invitaron a la comisión de la Cámara. Hay que reflexionar mucho para demostrar que estamos empezando al revés. Los papás no van a ir a colegios particulares, sí se monta una red de colegios públicos de excelencia. Es lo que nosotros veíamos cuando nuestros alumnos se quedaban hasta séptimo básico para luego partir al Instituto Nacional. Esta situación la solucionamos con nuestro colegio bicentenario.
¿Está en riesgo la provisión mixta?
Tengo miedo a cosas más conceptuales, como es el cambio de sostenedor a administrador. No creo que sea un simple cambio de palabras. Cuando nosotros éramos sostenedores, nos otorgaban el rol de cooperador del Estado en educación. Si uno pasa a ser un administrador de recursos públicos destinados a educación, da la sensación de una franquicia. Creo que no se ha empezado a hablar de este tema.
¿Ése es su principal conflicto?
Hay otro problema –que es inaceptable para los privados– y es que no nos permitan seleccionar de acuerdo a nuestro proyecto educativo. El Estado tiene que entender que los privados estamos disponibles para dar educación, pero en el modelo que nosotros creemos. Eso es muy trascendental. Y además hay otro tema más sutil, que es el financiamiento. Para los privados es intransable que el financiamiento vaya con el niño. Ya escucho al ministro diciendo que la educación pública va a tener un nuevo modelo de financiamiento, y no va a ser por asistencia, sino por matrícula. Y si es así, ¿por qué no la educación privada? ¿Por qué no perfeccionar lo que ya tenemos? La mejor forma de matar al sector privado es cambiando el sistema de financiamiento.
¿No será que estamos frente al término del financiamiento compartido?
En Chile, históricamente siempre hubo aporte del Estado a los privados, sólo que en los años 80 se regularizó por medio de una ley, atendiendo al desafío de la cobertura. De este modo, el financiamiento compartido surgió cuando el Estado se dio cuenta de que tenía tantas necesidades que cubrir y habían papás que podían aportar para mejorar la educación. No hay ninguna explicación ideológica en todo eso. Y hoy viene una nueva pregunta, ¿qué financiamiento requerimos para pasar de cobertura a calidad? Y para ello es necesario que definamos qué es calidad.
Calidad que hoy se ha reducido a indicadores como Simce.
El Simce es un instrumento, no la educación, y sirve para medir si en lo básico estamos bien o mal. El Estado no puede transferir recursos a los privados si no vela porque esos recursos se utilicen en determinado estándar. Hoy hay que discutir cuál es ese estándar.