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Taller de primeros auxilios psicológicos: saber actuar en situaciones de conflicto emocionalAcadémico de Derecho de la UST Talca dejó la Corte de Apelaciones tras 29 años de servicio
Eduardo Meins Olivares, actualmente se desempeña como Coordinador de Investigación y Postgrado de la Facultad con una trayectoria de 44 años como juez en distintos tribunales del país.
Con una trayectoria impecable en el Poder Judicial y también como académico de la Universidad Santo Tomás y otras casas de estudios superiores, el ex Ministro de la Corte de Apelaciones de Talca, Eduardo Meins Olivares dejó su cargo tras 29 años cumpliendo servicios en dicho tribunal.
Eduardo Meins es Abogado, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Católica de Valparaíso. Fue Presidente de la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Talca, Ministro Coordinador de la Reforma Procesal Penal, Profesor Titular de la Universidad del Bío Bío de las asignaturas Derecho del Trabajo e Introducción al Derecho (1998-2000); de la Universidad Católica del Maule, de las asignaturas Derecho Comercial y Derecho de Trabajo (1994-2008); de la Universidad de Talca, en las asignaturas Derecho Procesal Orgánico, Derecho Procesal Civil y Derecho Procesal Penal (1995-2004).
Además, ha realizado una serie de publicaciones en la Revista de la Universidad de Talca Ius et Praxis, “Acción de Habeas Data”, “Debido Proceso en Ordenamiento Jurídico Chileno”, Revista Procesal Penal Lexis Nexis y Revista Ius Publicum de la Universidad Santo Tomás. Expositor en Seminarios Nacionales e Internacionales. Docente de la Academia Judicial de Chile. Fue Director de la Escuela de Derecho de la Universidad Santo Tomás Talca durante 14 años y actualmente es el Coordinador de Investigación y Postgrado de la Facultad, siendo un ejemplo del foco estratégico institucional de Talentos Académicos para el Proyecto Educativo.
¿Por qué decidió dedicarse al Derecho?
“Eso lo decidí cuando estaba en la educación media, antes se llamaba educación secundaria. Cuando iba en quinto año – porque eran seis años- yo decidí estudiar Derecho porque me di cuenta que había cosas relacionadas con la familia que eran injustas y en relación a eso estimé que era conveniente dedicarme a eso. Lo hice con toda la ilusión de un joven que decide su futuro y por eso postulé a Derecho, fue la única carrera a la que postulé. Era el año 1963 y había pocas universidades, yo estudié en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, entramos 120 y nos titulamos 12 alumnos”.
¿Qué es lo que más rescata de su experiencia como Ministro de la Corte de Apelaciones?
“Estuve en total 44 años en la carrera judicial, de ellos en Talca estuve 29 años como Ministro de la Corte de Apelaciones. Antes empecé en Quirihue, después en Lota, volví a Chillán como relator de la Corte, después relator de la Corte de Concepción y luego como juez de Chillán, tras lo cual me nombraron ministro de la Corte de Apelaciones de Talca en 1990 cuando tenía 44 años. El trabajo de por sí es complicado y uno como juez debe resolver conflictos jurídicos que llegan a la sede judicial cuando ya no hay opción de ser resueltos por las partes, por eso siempre se debe resolver en derecho, pero lo más acorde posible con los hechos que comprenden el conflicto jurídico. Lo que más valoro es el ambiente de la Corte de Talca que es muy grato a diferencia de otros tribunales, siempre me sentí como en mi casa desde que llegué. Te acogían de muy buena forma. Fue una gran experiencia”.
¿Qué fue lo más difícil de su labor como Ministro de la Corte de Apelaciones?
“Creo que lo más difícil fueron algunos juicios relativos a Colonia Dignidad, esos fueron un poquito complicados, pero se resolvieron conforme a derecho todos ellos. Eso creo que fue lo único más difícil en mi paso por la Corte de Talca. Hay otros casos también relevantes, pero que no aparecieron en la prensa como por ejemplo un tiempo en que se estaba pidiendo que votaran las personas que están recluidas. Mi voto fue a favor de esa situación porque me pareció que es justo que ellos puedan ejercer ese derecho, ya que están privados de libertad, pero no están privados de dignidad”.
¿Cuál fue el rol de la docencia en su carrera profesional?
“Yo empecé a hacer clases el año 1985 en la sede Chillán de la Universidad del Bío Bío, después entre 1995-2003 fui profesor de la Universidad de Talca; fui director de la Escuela de Derecho de la UST Talca entre 2004-2018 y académico de Derecho Procesal. En 2015 obtuve una maestría en derecho procesal en la Universidad Nacional de Rosario en Argentina y ahora soy el Coordinador de Investigación y Postgrado de la carrera de Derecho. Siempre quise hacer clases porque considero que el ejercicio de la jurisdicción y la docencia se nutren recíprocamente porque uno en los fallos y en las decisiones que tiene que tomar en las causas debe estar al día en las materias y qué mejor manera de estar actualizado que haciendo clases e investigando. Siempre me ha gustado mucho hacer clases e investigar, es mi vida, no sé hacer otra cosa”.
¿Cómo cree que deberían ser formados los futuros abogados?
“Creo que como toda la juventud en general falta mucha responsabilidad en los alumnos, en el tiempo nuestro nosotros no andábamos con los apoderados detrás preguntando cómo les iba a los hijos, sin embargo, acá es permanente esa situación incluso algunos vienen a reclamar. Creo que también hay una falta de compromiso con el estudio porque hay tiempo para todo en la vida, para trabajar, para pasarlo bien pero también para estudiar y eso no se puede dejar de lado. Creo que falta exigir más porque en el fondo es para el bien de ellos y para que sean buenos profesionales. Hay muchas áreas en las que se desenvuelven los abogados y esa es una de las buenas cosas que tiene la profesión, por eso lo principal es que se especialicen”.
¿Qué mensaje le podría dar a quienes esperan seguir sus pasos en el poder judicial?
“Lo dije en la despedida que me dieron en la Corte de Apelaciones, yo creo que hay que cumplir con la función de uno a conciencia y con independencia y así uno puede al final de su carrera mirar a sus hijos con la frente en alto. Siento que hice un buen trabajo y jamás me arrepentí de una decisión porque todo lo hice a conciencia”.