Ximena Vidal, Jefa de Carreras Área Ciencias Sociales del IP-CFT Sede Santiago Centro se refirió a la importancia de esta temática y cómo abordarla desde el ámbito académico. 

El pasado 8 de marzo, no solo se conmemoró un nuevo Día de la Mujer, sino que debería ser un aliciente para enfocarnos en cuánto tiempo ha transcurrido para alcanzar un objetivo común: disminuir la brecha de género.

Así lo refleja el estudio realizado por el Ranking Global de la Brecha de Género (2022) y que midió cuatro ejes que considera esenciales: salud, educación, economía y política.

¿El resultado? Un 73,6 por ciento para Chile, situándolo en la posición 47 a nivel mundial, cifra que claramente no nos permite sentirnos orgullosas, sino que nos recuerda que aun tenemos mucho por hacer.

Ante esto, los profesionales del Área Social debemos desarrollar el rol de asesores, informando y educando a la comunidad, permitiéndonos entregar habilidades y competencias desde el conocimiento, traduciéndose en un potenciamiento de su dignidad y acceso a información, siendo este uno de los principios éticos que enmarcan nuestra labor.

Ejes

En materia de salud, debemos gestionar el acercamiento de las redes, a manera de que no solo cuenten con apoyo, sino que también se traduzca en un mayor acceso a los sistemas.

Por otro lado, tenemos la economía. Aspecto no menor y que sigue al debe, ya que no solo nos enfocamos en nuestro deber profesional, sino que debemos añadir el rol de madres, lo que finalmente conlleva a muchas veces contar con menos tiempo de cotizaciones y en consecuencia, una disminución en la pensión al momento de jubilar.

Respecto a la política, se ha progresado en lo que respecta a directrices públicas, siendo su reflejo más claro la creación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, organismo encargado de implementar planes enfocados en disminuir las brechas entre hombres y mujeres.

El último ítem, -y no menos importante- es la educación. Cada vez más las mujeres deciden estudiar sin importar su edad, logrando un crecimiento personal que les permite mejorar su autoestima, no así en cuanto a lo salarial, y que con el pasar del tiempo, se ha tornado más bien un sueño personal.

Nuestra consiga debe basarse en que nuestro rol fundamental a implementar es el informar y asesorar de forma constante. Y, en nuestra calidad de formadoras, tenemos que generar los espacios con proyectos innovadores que brinden las herramientas necesarias para desarrollar sus habilidades y competencias.