El racismo impacta en la salud de las personas
Tiempo atrás se confirmó un caso de lepra en Chile que afectó a un ciudadano haitiano. El Ministerio de Salud llamó a la calma porque no implicaba riesgo para la población. Pero lo que sí es un problema real de salud pública son las reacciones xenófobas en parte de la población.
Tal como plantea Nancy Krieger, destacada epidemióloga social norteamericana, el racismo impacta en la salud de las personas. En EE.UU., por ejemplo, la esperanza de vida de los afroamericanos es cuatro años menor que la población blanca. En Australia, los aborígenes tienen tasas de prevalencia de diabetes seis veces mayor, en Canadá los jóvenes Inuit presentan tasas de suicidio once veces superiores, y en Panamá la mortalidad infantil se triplica en niños indígenas.
Ninguno de estos fenómenos sanitarios puede explicarse a partir de diferencias biológicas, sino que son resultado de discriminaciones raciales experimentadas por grupos específicos.
Mirando estos resultados en que el racismo ha reforzado diferencias sociales y sanitarias, estamos impelidos a reconocer que la segregación racial no es sólo reprochable por cuestiones ético-valóricas, sino que es, además, un problema de salud pública, que genera un fuerte impacto en indicadores sanitarios globales y que podrían afectar directamente los altos índices sanitarios que ha alcanzado Chile. Por tanto, junto con aprobar la nueva legislación migratoria, es necesario discutir cómo nuestra cultura, cada día más diversa y multi-racial, acepta y trabaja sobre la diversidad de condiciones étnicas, las integra y las sitúa en el ámbito general de la calidad de vida global de la población.