Mes de la minería. Una oportunidad para conversar de inclusión y diversidad de género
Cada vez con más fuerza, se planta el desafío que la gran minería deje de ser una industria exclusivamente masculina, lo que se ha traducido en innumerables esfuerzos, tanto públicos como privados, por atraer mujeres. Por ejemplo, programas de aprendices mujeres, concursos de atracción de talento o establecimiento de metas de contratación. Codelco, como empresa estatal ha apostado por la certificación de la norma NCH3262 de Igualdad de Género y Conciliación Familia, Trabajo y Vida Personal, con el fin de reducir brechas y barreras de género en la cultura y estructura de sus divisiones. Sin embargo, las cifras generales no son auspiciosas, pues de acuerdo a datos de Sernageomin, las tasas del 2015 mantienen una participación promedio de mujeres que alcanza sólo al 7,9%. Muy por debajo de otros países productores como Australia (15,8%) o Canadá (19,6%) (Consejo Minero, 2015), enlenteciéndose el ritmo de crecimiento observado años previos.
En la historia de la industria minera en Chile, los registros documentan que las primeras mujeres que ingresaron a las empresas, fueron ubicadas en labores administrativas y feminizadas, como secretarias o encargadas de alimentación –casino- (Salinas, Reyes, Romani y Ziede, 2010), en el segundo caso más como fuerza laboral externa. Faenas mineras en sus labores de extracción, procesamiento y mantenimiento, se configuraron en espacios donde la presencia de las mujeres fue primero inexistente y luego, hasta ahora, muy minoritaria. La derogación de la prohibición del código del trabajo chileno para que las mujeres descendieran a minas subterráneas, data recién de 1996, por lo que estamos en un proceso de cambio reciente. Dicha regulación legalizaba una serie de creencias en torno a la idea que la presencia femenina podría traer mala suerte a la actividad, o “hacer enojar a la mina”. Aun así, sorprende cómo tempranamente algunas mujeres desafiaron la tradición. Es el caso de la pionera Carmen Schwarze, quien se tituló como la primera ingeniera en minas en 1944.
Aun cuando, existen razones pragmáticas que justifican oferta y demanda de empleo femenino en minería, para aumentar las dotaciones, desde la biografía de trabajadoras concretas, su inserción ha implicado posibilidades de llevar adelante proyectos de vida y conquistar un espacio público no tradicional, que la literatura establece como ‘sin retorno’, por los cambios emancipatorios que contiene, pudiendo encontrar las mujeres en dicha experiencia reconocimiento y visibilidad (Diaz, 2014) social.
El centro CIELO de la Universidad Santo Tomás, a través del proyecto FONDEF “Desarrollo de modelo de gestión integral para la inclusión sustentable de mujeres en industrias masculinizadas -la minería en Chile-, basado en sistema de alerta temprana de barreras de género y prototipo de intervención”, que comenzó a ejecutar el 2017, busca aportar a abordar el problema de la inclusión laboral precaria o frágil que pudiese observarse en el caso de la gran minería en Chile. Si bien algunas mujeres han logrado superar barreras de entrada incorporándose a la industria, no siempre dicho proceso ha sido acompañado de “inclusión social”. Es decir, no es lo mismo estar incorporada que incluida, cuestión que implica permanencia, comodidad, satisfacción y bienestar laboral.
Sostenemos como hipótesis que las barreras culturales, endógenas a la organización (discriminación, débil corresponsabilidad e in/satisfacción laboral) y exógenas vinculadas a la sociedad (estereotipos, prejuicios y limitaciones al desarrollo de carrera) tienen un peso relativo mayor para la inclusión sustentable de mujeres en industrias masculinizadas. Su reconocimiento y gestión constituye la pieza principal para lograr organizaciones igualitarias desde la perspectiva de género. El proyecto aspira a proponer un modelo integral de gestión para la inclusión sustentable desde el enfoque de género, que incorpore a hombres y mujeres de distintas formaciones y niveles ocupacionales (operario, profesional y alta jerarquía), favoreciendo el clima de la organización (todo el personal), así como la competitividad de las empresas. El proyecto se enmarca en los principios de equidad de género que han sido parte de la agenda modernizadora del Estado de Chile y se enmarca en recomendaciones de organismos internacionales (PNUD, OIT, OCDE) que señalan que la discriminación de las mujeres constituye un área problemática para el desarrollo humano.
El desafío es lograr que las mujeres en minería no sean las “invitadas de piedra”, sino que alcancen trayectorias laborales estables y vidas productivas similares a los hombres, y que puedan acceder a distintas ocupaciones y posiciones, incluyendo cargos de jerarquía.