• Cada octubre, Chile conmemora el Mes de las Personas Mayores, en sintonía con el Día Internacional de las Personas de Edad instaurado por Naciones Unidas en 1990. Este mes es una oportunidad para reconocerlos como sujetos de derechos, con voz y protagonismo en la sociedad, recordándonos que ocupan un lugar central en nuestra comunidad.

Su experiencia constituye un recurso invaluable para el desarrollo del país: representan la memoria histórica, política y cultural, además de las tradiciones y valores que dan continuidad a nuestra sociedad. Sin embargo, en la práctica aún enfrentan barreras estructurales y culturales que limitan su participación plena.

La 8ª Encuesta de Inclusión y Exclusión Social de las Personas Mayores, presentada por SENAMA y la Universidad de Chile, entrega información valiosa para comprender la situación actual. Los hallazgos muestran una realidad ambivalente: junto a ciertos aspectos positivos, persisten brechas profundas que requieren atención. Un 84% de la población considera deficiente la preparación del país para enfrentar las necesidades de las personas mayores, mientras que un 81,1% opina que sus demandas son poco o nada consideradas en las decisiones políticas. Además, un 56,7% cree que el bienestar de las personas mayores recae principalmente en las familias y un 68,5% señala que sus aportes se desaprovechan, reflejando la falta de reconocimiento a su rol activo. Quizás lo más revelador sea que solo un 41,3% cree que las personas mayores pueden valerse por sí mismas, aunque la realidad muestra que el 78% es totalmente autovalente.

Estos datos reflejan una dualidad: por un lado, la percepción social de las personas mayores; por otro, la realidad que viven. Mientras más del 75% de las personas mayores se mantiene autovalente y contribuye activamente al desarrollo del país, persiste en el imaginario colectivo la idea de dependencia, fragilidad o pasividad. Esto no solo influye en la manera en que son percibidos, sino también en las oportunidades reales de participación comunitaria, social y política que se les brindan.

El desafío es claro: transformar la mirada social sobre la vejez, derribando prejuicios y estereotipos, potenciar la autonomía y la participación comunitaria mediante políticas públicas inclusivas, y fomentar la corresponsabilidad donde el Estado, familias y comunidades asuman un rol activo en el bienestar de esta población.

Las proyecciones demográficas refuerzan la urgencia, según la CEPAL/CELADE, para el 2050 Chile tendrá más de 6,4 millones de personas de 60 años o más, equivalente a un tercio de la población. En este Mes, el llamado es a comprender que la inclusión no solo significa “no excluir”, sino abrir espacios efectivos de participación, diálogo y reconocimiento. Las personas mayores no son un grupo pasivo: son actores vigentes, con voz, proyectos y autonomía.

En el Chile que envejece aceleradamente, construir un país inclusivo significa garantizar que la experiencia y sabiduría de las personas mayores no solo sean respetadas, sino también valoradas como parte esencial de nuestro presente y futuro.