Cuidar a quienes forman: una mirada al rol docente en el Día del Profesor

En 2016 me ofrecieron por primera vez la oportunidad de hacer docencia en educación superior. No acepté. Sentía que era un desafío demasiado relevante como para asumirlo sin plena convicción. Al año siguiente, la invitación se repitió y, motivado por mi compañera de vida, decidí aceptar. Desde entonces, y hasta 2022, ejercí la docencia en educación superior. En ese período comprendí que enseñar no es solo entregar contenidos, sino también acompañar procesos de aprendizaje, con todo lo que ello demanda.

Hoy ser docente implica mucho más que enseñar. A las clases se suman la presión por resultados medibles, las necesidades emocionales de los estudiantes, la convivencia escolar desafiante, la integración de tecnologías y la actualización constante. En la educación superior, además, se agregan la investigación, la vinculación con el medio y la gestión académica. Todo ello en un contexto de transformación cultural acelerada.

Aun así, miles de docentes continúan enseñando con pasión, creatividad y compromiso. Porque saben que educar es abrir horizontes, construir sentido y acompañar trayectorias vitales. Sin embargo, la vocación, por sí sola, no basta para sostener un ejercicio profesional saludable. La evidencia muestra que el agotamiento y el desgaste emocional docente son alarmantes en todos los niveles del sistema educativo.

En este escenario, la autoamabilidad aparece como una práctica que si bien no soluciona todas las demandas que enfrentan los docentes, sí podría contribuir al bienestar de éstos. Investigaciones lideradas por Kristin Neff en el ámbito de la psicología positiva muestran que los docentes que la cultivan experimentan menos estrés, mayor satisfacción laboral y mejores vínculos con sus estudiantes. La autoamabilidad es aceptar que cometer errores o pedir ayuda no son signos de debilidad, sino parte de la experiencia humana.

Fomentar la autoamabilidad entre docentes es una estrategia de autocuidado con efectos individuales e institucionales. Cuando los profesores se permiten ser humanos, también enseñan con más autenticidad, construyen climas más sanos y sostienen mejor los desafíos de la tarea educativa.

Como institución de educación superior, no basta con entregar herramientas pedagógicas o disciplinares: es fundamental también promover instancias formativas que favorezcan el desarrollo de habilidades socioemocionales en quienes, con valentía y entusiasmo, ejercen la docencia. Solo así podrán sostener una carrera profesional larga, significativa y digna.

Este Día del Profesor, más que un saludo formal, la invitación es a valorar la labor docente en toda su complejidad y a promover una cultura donde el bienestar del educador sea entendido como parte integral de una educación de calidad.