Cómo financiar la navidad sin morir en el intento

Los gastos que nos genera cada fin de año son muchas veces un dolor de cabeza que incrementa a medida que los meses corren y el árbol navideño se acerca a nuestras casas, pero esta situación es previsible, ya que con organización y planificación estas fechas podrán ser disfrutadas en familia, sin preocupaciones financieras.

Como primera medida debemos entender que nuestros niveles de consumo tienen un tope y por más que queramos comprar todo lo que nos gusta, debemos asimilar que esto no es posible. Debemos limitarnos en nuestros gastos y entender el impacto que causa el aumento de nuestros compromisos financieros a la lista de cuentas que mes a mes debemos pagar.

Junto con evaluar si nos es o no posible comprar un determinado bien, debemos pensar en la forma de financiamiento de nuestras compras, ya que claramente hay varias opciones en el mercado, pero el costo de cada una de ellas tiene muchas diferencias entre sí.

Antes de conseguir un préstamo en el mercado debemos cotizar el costo que tiene, quizá un crédito de consumo sea más conveniente que un avance en nuestra tarjeta de crédito o quizá la postergación por un tiempo limitado de proyectos personales sea incluso más factible que buscar un financiamiento externo, para aquellos gastos que consideremos inevitables.

Como primera medida debemos pensar en el financiamiento por medio de recursos propios, como ahorros o quizá la venta de algunos bienes que tenemos y no utilizamos. Todas las alternativas imaginables de generación de recursos propios son válidas. Si esto no es factible, entonces pasamos a la segunda fase que es la consecución de recursos a costo cero, esto es analizar la posibilidad de obtener dinero sin intereses asociados, ya sea por medio nuestro círculo cercano o préstamos blandos de nuestros empleadores o sindicatos.

Como tercera posibilidad está recurrir a instituciones financieras como los bancos por medio de créditos de consumo, cuyas tasas asociadas son generalmente más bajas que otros productos y por ende la cuota final a pagar es menor que otras alternativas. En este punto debemos tener especial cuidado con los productos financieros anexos a los créditos obtenidos, ya que normalmente se asocia este tipo de operaciones financieras con seguros, cuya aceptación debe ser evaluada, ya que aumentan el costo del dinero que estamos negociando. En este punto cabe destacar que por normativa expresa de nuestra legislación, los seguros o productos asociados a créditos son siempre optativos, por lo cual no hay posibilidad de que la entidad bancaria condicione la aprobación de lo solicitado a la aceptación de dichos seguros.

Si las opciones anteriores no son factible y el gasto es inevitable, aun evaluándolo una vez más, deberemos recurrir a la compra con tarjetas de crédito o avances en efectivo, pero como última medida y estando conscientes que su costo es el más alto del mercado, con tasas de interés que bordean el 40% anual, por lo que se recomienda que sean utilizadas como última opción y programando estos gastos, sumándolos a los gastos fijos que cada persona o familia tiene, para que la cuota no supere el presupuesto familiar.

No existe una receta mágica para el manejo eficiente de nuestros recursos, pero si hay herramientas y técnicas que nos ayudan notablemente en la planificación y uso de recursos. El sentido común y buen juicio siempre serán nuestras mejores herramientas.