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Estudiantes de Psicología Santo Tomás Puerto Montt ejecutan Asesorías Organizacionales para fortalecer desarrollo de las pymes y microempresas localesEstudiantes de Santo Tomás Viña del Mar cuentan sus experiencias en los Trabajos Voluntarios de Verano Tongoy 2025
- Pilar Marcoleta (Psicopedagogía), Isidora Páez (Nutrición y Dietética) y Nataly Noguera (Técnico en Educación Parvularia 1 ° y 2° Básico) fueron parte de la delegación viñamarina que se hizo presente en la localidad de la Región de Coquimbo.
Finalizaron los Trabajos Voluntarios de Verano Tongoy 2025 y para los más de 30 estudiantes de Santo Tomás Viña del Mar que participaron la experiencia no puede calificarse de otro modo que no sea “inolvidable”. Entregar una semana de sus vacaciones no es un sacrificio, dicen, considerando que la recompensa es “aportar con un granito de arena” al bienestar de las comunidades. Así lo entienden Pilar Marcoleta (Psicopedagogía), Isidora Páez (Nutrición y Dietética) y Nataly Noguera (Técnico en Educación Parvularia 1 ° y 2° Básico), quienes quisieron entregar su testimonio apenas se bajaron del bus que trajo a la delegación de regreso.
Pilar tenía experiencia de sobra en Trabajos Voluntarios, ya que participó desde que estudiaba Técnico en Educación Parvularia 1° y 2° Básico, llegando incluso a ser jefa de comunidad, cargo que también ostentó ahora en Tongoy, ya como estudiante de Psicopedagogía. “En su momento, mi jefa de carrera me invitó a participar y me quedó gustando el hecho de conocer personas de otras carreras, que tienen más experiencia en los voluntariados y se forjaron buenos lazos con ellos. En total creo que llevo seis trabajos voluntarios, sumando los de invierno y los de verano”, dice.
“Llegar a ser líder fue un proceso largo, vi como trabajaba nuestra antigua líder, Suyein Rifo, y aprendí muchas cosas de ella y del resto de los chiquillos que conocí en el camino. Ya es mi tercera vez como jefa de comunidad, la primera fue muy diferente a esta, ahora estaba más relajada, conocí a más gente, tenía dos sublíderes muy bacanes, es la comunidad que más voy a llevar en el corazón”, agrega.
Pilar cuenta que en Tongoy “hicimos revestimiento de viviendas y fue muy grato conocer el trasfondo de las familias y eso también es gratificante para nosotros, porque vimos un contexto diferente al que nosotros vivimos y eso genera experiencia”.
Se despiden de los Trabajos Voluntarios
Isidora Páez, de quinto año de Nutrición y Dietética, vivió sus últimos Trabajos Voluntarios de Verano en Santo Tomás. “Fue una semana de aprendizaje, de hacer comunidad con las personas, tener conexión tanto con los compañeros voluntarios como con las personas que fuimos a apoyar. Fue una experiencia gratificante, porque aportas un granito de arena con lo que haces, pero te llevas el corazón llenito. Incluso nos tocó llorar en la despedida porque es mi último voluntariado y algunos me decían que no nos vamos a ver más y yo respondía que sí, que tal vez de otra manera, pero vamos a seguir en contacto”, señala.
De sus motivaciones para participar en los voluntariados, recuerda que “quería salir un poco de mi zona de confort. En mi primer año no conocía a nadie y fue como ‘voy a ir a lo que venga, si conozco gente, bien, sino, bien también. Pero quería conocer estudiantes de otras sedes, ayudar a la gente y me da lo mismo si comemos mal, si dormimos mal, nosotros vamos a trabajar para la gente, no vamos de vacaciones. Me acuerdo que un coordinador de la DAE me dijo ‘te va a picar el bichito y vas a querer seguir viniendo siempre’ y eso es lo que me pasó”.
“Escuchar, ayudar y aportar”
Nataly Noguera, de Técnico en Educación Parvularia 1° y 2° Básico, vive una situación parecida: estos fueron sus terceros y últimos Trabajos Voluntarios de Verano. “Me motivó el querer conocer personas de otras comunas y conocer este trabajo de ayudar a la gente, de aportar con un granito de arena. Fui el primer año y lo pasé súper bien, conocí el caso de don Eusebio, un adulto mayor que vivía solito y necesitaba ayuda. Desde ese año hice amigos increíbles, ahora nos despedimos, pero no vamos a perder el contacto”, asegura.
De Tongoy 2025 comenta que “nos tocó en Puerto Aldea, un pueblito con muy pocas personas, pero nos acogieron súper bien. Conocimos a la familia que necesitaba forraje de la cocina, living, comedor y una pieza de su casa, también conocimos otros casos porque la gente nos veía, se acercaba a preguntarnos qué andábamos haciendo y nos invitaba a sus casas. La gente fue súper acogedora, nos sentimos llenitos de cariño porque aunque no nos conocían, nos abrieron las puertas de sus casas, nos contaron sus historias… para nosotros igual es gratificante poder escuchar, ayudar y aportar con un poquitito de nosotros”.