La importancia del entorno en el trastorno del espectro autista
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de afecciones diversas que se caracterizan por algún grado de dificultad en la interacción social y la comunicación.
Como Terapeuta Ocupacional me he especializado tanto en el establecimiento del diagnóstico como en la intervención. A diario, trabajo de manera colaborativa con las familias y su entorno, lo que me permite mantener una comunicación fluida que potencie la intervención. Mediante esta comunicación he evidenciado la preocupación de los padres, cuidadores y familias acerca de las limitaciones que ellos vivencian en su entorno.
Las preocupaciones más frecuentes se tienden a generar frente al contexto escolar, sobre si existen las adecuaciones pertinentes para sus hijos. Algunas de las frases que repiten son las siguientes: “Me preocupa que exista discriminación hacia mi hijo”, “¿Qué pasa si mi hijo no se adapta al colegio?” Estas frases nos demuestran lo importante que es generar entornos facilitadores para las personas dentro del espectro autista y sus familias. Si bien, a lo largo de los años se han intentado incorporar diversas estrategias que apunten a la inclusión, aún falta potenciar elementos relevantes, como, por ejemplo, generar espacios donde se aborden las preocupaciones de las familias y se concientice en todos los niveles del contexto escolar, considerando personal administrativo, docentes y apoderados.
Otra de las grandes preocupaciones que expresan las familias se relaciona con el contexto familiar. Algunas de las frases que he escuchado son las siguientes: “Por algunos elementos de la conducta de mi hijo ya no nos invitan a los eventos familiares” y “me preocupa qué va a pasar con mi hijo cuando ya no estemos” e incluso, algunos piensan en el futuro a nivel laboral, preguntándose si existen trabajos que potencian el desempeño de su hijo o hija.
Algunas de las recomendaciones desde el trabajo de Terapia Ocupacional son las siguientes: establecer protocolos específicos de acción frente a las desregulaciones en el contexto escolar, como, por ejemplo, que el niño sepa a quién acudir frente a una desregulación, emplear espacios físicos que permitan la autorregulación, mediante la utilización de materiales sensoriales personalizados acordes a las características de cada niño. A nivel familiar y social, actuar como una red de apoyo para las familias, incluyéndolos en las actividades que se realizan, evitando criticar elementos conductuales que se pueden observar durante la desregulación de un niño. En lugar de eso, preguntar si existe algo en lo que pueda colaborar, de esta manera estaremos aportando positivamente al entorno de los niños y sus familias.