Una vez más
Luego de dos años de trabajo, con todo lo que esto ha significado desde el punto de vista del desgaste de un proceso que vimos pasar más de una vez, finalmente tenemos disponible para nuestro conocimiento y profundización una nueva propuesta de texto constitucional para ser plebiscitada.
Nos encontramos ahora en el periodo de lectura y estudio del texto, un tiempo de comentarios, un tiempo para profundizar, para debatir, para conversar y para comparar este texto con el que se encuentra vigente y con la propuesta que ya fue rechazada categóricamente por más del 60% de la ciudadanía habilitada para sufragar, y así poder tener una idea de lo que el texto significa o puede llegar a significar para la vida de nuestro país. Ahora bien, creo que la decisión final no pasará exclusivamente por lo cognitivo o por la sabiduría de este, sino que fundamentalmente será una cuestión de conciencia moral ¿Por qué?
Será fundamentalmente un tema de conciencia moral porque el impacto de la decisión a tomar no será solo y exclusivamente singular de quien vota, sino que nos enfrentamos a una decisión personal que tendrá consecuencias para todos y todas quienes habitamos y habitarán esta angosta faja de tierra, dado que se trata de proyectar el país que queremos construir, el país que soñamos. Se trata de dejar por un momento, por más utópico que suene, nuestra mezquindad y poner por delante el bien común. Es por esto por lo que la decisión final, que necesitará de valoraciones cognitivas, es también una cuestión de conciencia moral, dado que seremos responsables de lo que resulte de aquella decisión, por más potente y exigente que esto suene.
Preguntas tales como: ¿Esta propuesta colaborará en tener una educación de calidad de universal acceso?, ¿Logrará pavimentar el diseño de un sistema de salud justo y oportuno para todas y todos quienes lo necesiten?, ¿Por medio de esa propuesta se seguirán transando bienes sociales como si fueran del mercado?, ¿Se resguardará la vida de todas y todos los que formamos parte de este país?, ¿Esta propuesta logrará centrar las bases de un sistema de pensiones dignas para los adultos mayores de ahora y mañana?
San Ignacio de Loyola, maestro del discernimiento, nos dice que este último es la ayuda para reconocer las señales de Dios en la realidad, en lo que sucede día a día, para que asumiendo esa información podamos tomar las mejores decisiones. Si ajustamos esta definición, podríamos decir que debemos discernir que señales encontramos en el texto y si son positivas, moralmente buenas para todas las personas que convivimos en este país. Esa es a mi juicio la pregunta clave que debemos responder, en otras palabras: ¿Este texto colaborará en respetar y evidenciar más y mejor la dignidad que toda persona tiene? Esa es la pregunta que tendremos que responder por medio de nuestro voto. Para que no “jodamos todos y todas”.