El costo de vida sube otra vez: el ABC del IPC
El Índice de Precio al Consumidor, IPC, es un indicador nacional con el que se calcula la evolución de la inflación; es decir, del aumento sostenido de los precios de productos y servicios en una industria. Este indicador se entrega la primera semana del mes por el INE, pero ¿por qué debiéramos tenerlo presente para nuestra economía familiar?
El IPC permite determinar la variación del costo de vida de las personas, en base al cálculo de gastos mínimos necesarios de bienes y servicios consumidos en un hogar chileno, permitiendo estimar el presupuesto mínimo familiar para poder vivir en nuestro país.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) se mide desde 1928 a la fecha, y ha tenido varias modificaciones a lo largo de estos años, por ejemplo, en la cantidad de productos que conforman la canasta de bienes y servicios, y en la manera de reagrupar estos productos; los cambios se producen basados en las encuestas de presupuesto familiar que realiza el INE cada cierto tiempo. (El INE visita mes a mes a establecimiento comerciales a lo largo de todo el país, como almacenes, tiendas comerciales, supermercados, universidades, centros médicos, entre otros, para llevar un registro de la variación de los precios, y también consultan a algunos hogares sobre sus gastos, para hacer la medición)
Es una herramienta confiable que se puede visualizar dentro de los 8 primeros días de cada mes en el portal www.ine.cl
Para poder llevar a cabo estos cálculos, se considera una canasta de productos y servicios representativos del consumo mínimo familiar y que contempla alimentos, bebestibles, tabaco, vestuario y calzado, salud, educación, recreación, comunicación, transporte, restaurantes, hoteles, productos para la vivienda, servicios básicos, mantención y equipamiento del hogar, entre otros. Los bienes y servicios escogidos son los más consumidos por 4 últimos quintiles de nuestra población, representando la mayoría de los estratos socioeconómicos de nuestro país.
Con esto en mente, debemos entender que a medida que los precios de bienes y servicios consumidos por las personas suben, las familias experimentarán una disminución en su poder adquisitivo, lo que se traduce en que con el mismo ingreso se podrán adquirir menos bienes, y en muchas oportunidades deberán elegir entre un producto u otro, aun cuando ambos sean de primera necesidad; lo cual puede derivar en que familias disminuyan su calidad de vida y haya una variación decreciente de su estrato o nivel socioeconómico.
El IPC impacta directamente en la variación de la Unidad Tributaria Mensual (UTM) y en Unidad de Fomento (UF), unidad de medición financiera con la que, comúnmente, se calculan los pagos de dividendos y arriendo de bienes raíces, y si consideramos que la vivienda es el bien más preciado de una familia, estas deberán priorizar el pago de esta en desmedro de otros bienes de consumo necesarios para vivir, como la compra de alimentos o vestuario.
El IPC también sirve para monitorear la inflación, es decir, el aumento de los precios de productos y servicios, y para reajustar sueldos, créditos y pensiones alimenticias.
De ahí la necesidad de que el gobierno establezca reajustes en los niveles de ingreso, que permita a las familias contar con un poder adquisitivo mínimo y constante, además el desarrollo de mecanismos que permitan poder optar a créditos y beneficios monetarios, que les ayude a financiar los consumos de bienes y servicios básicos, que aseguren un nivel de vida aceptable, aún en tiempos de pandemia.