Cambiarse de ropa todos los días
Las emociones que inundan nuestros pensamientos, en base a la situación sanitaria y actual proceso de cuarentena, son variadas. Somos humanos después de todo y nos afectan las realidades; sin embargo, cosa positiva, buscamos diversos caminos a fin de poder llevar nuestra rutina de una forma más tranquila, salvaguardando, entre tantas cosas, nuestra integridad (y salud mental) y la de los nuestros. Está en nuestra naturaleza, la capacidad de poder adaptarnos y tomar las riendas del día a día, lo que, si bien puede ser difícil en ciertos parámetros, imposible no es.
Los terapeutas ocupacionales nos caracterizamos por incorporar dentro de nuestro ejercicio la visión de la persona como un ser ocupacional, un ser que realiza y se realiza a través de diversas actividades, las que le son (en teoría) significativas y le dan (en teoría también) un equilibrio en sus acciones. Hoy, nuestra profesión toma un especial rol, al enfrentarnos a un contexto más privado al estar, espero, respetando las normas sanitarias propias de la fase actual y en base a esto, quiero dejar este espacio para abordar este equilibrio ocupacional del que tanto profesamos, e intentar dar una pincelada a como construirlo.
En teoría, el equilibrio ocupacional busca que la persona logre desempeñarse en diferentes acciones, teniendo un control entre las responsabilidades que la misma rutina, el sistema, la sociedad le tributan; buscando también desarrollar actividades placenteras y distractoras, así como también, cosa curiosa, cuidarse y quererse, estar con los que amas y disfrutar de las cosas simples de la vida. Esto último es quizá lo que más cuesta ¿Dejamos tiempo para nosotros mismos hoy en día? ¿Nos ponemos como prioridad? ¿Nos dejamos un espacio para respirar, abrazarnos y darnos cuenta lo maravillosos y geniales que somos?
La panacea no existe ni llega de forma mágica, hay que saber buscarla, desarrollarla y, lo más complejo, mantenerla. Pero si somos capaces de realizar tantas cosas durante el día, y enfrentar cuanta adversidad nos pretenda hacer caer, creo que es posible, ir de a poco integrando estrategias que nos permitan resignificarnos en esta nueva realidad, escucharnos y poder comprender que somos los auténticos ejecutores de nuestra vida.
En primer lugar, los espacios de nuestro hogar. Es necesario vincular funciones específicas. Asignemos un lugar determinado para que sea el espacio laboral, respetemos eso y busquemos que otros cumplan espacio recreativo, de alimentación, de descanso y sueño, etcétera. Por supuesto, podemos ir generando cambios y rotaciones periódicas si lo estimamos necesario, buscando usar los ambientes disponibles. Una vez definido esto, busquemos establecer una rutina con horarios (pueden ser flexibles) que intenten ordenar el día y nos permitan tener momentos definidos para el desarrollo de las responsabilidades, de las actividades de la vida diaria y de tiempo libre; buscando de esta forma tener también tiempo para nosotros y para con los que vivimos.
Otras estrategias que nos permitirán llevar la vida de forma más llevadera es, por ejemplo, cambiarse de ropa todos los días, desarrollar metas concretas y reales que se relacionen con nuestros intereses; leer ese libro que lleva años en el velador, pintar un cuadro, crear un juego de mesa con los hijos, ver las películas y series que hace tiempo queríamos ver, la lista es enorme y cada uno la debe definir, aventurándose también a las cosas nuevas, aquellas que mirábamos con cierto prejuicio pero que en la práctica pueden resultar sumamente divertidas.
Finalmente, en estas cortas palabras, un llamado a mirar hacia delante. Estamos en una situación compleja, pero saldremos, lo haremos. Para ello, a seguir las indicaciones de forma responsable, sobre todo en las fiestas que se avecinan, donde es crucial tomar consciencia y comprender que vencer esta cuarentena es un trabajo de todos, como sociedad, para luego volver a abrazarnos.