“Por un futuro sin Hepatitis”
Éste es el lema elegido para este 2020 por la Organización Mundial de la Salud para conmemorar el Día Mundial contra la Hepatitis, que los 28 de julio busca crear conciencia y sensibilizar a la población sobre conocer la enfermedad, su prevención, tratamiento y consecuencias en caso de contraerla. Este año, con mayor énfasis en la prevención de la Hepatitis B.
La hepatitis es la inflamación del hígado, dependiendo del virus que lo afecte puede tener un desarrollo agudo o crónico. Son cinco los virus que causan hepatitis (A, B, C, D y E) y se diferencian principalmente en su vía de transmisión. Por tanto, en cómo lo contraemos será donde debemos adoptar métodos de prevención permanente.
Es importante destacar que la hepatitis también se puede producir por consumo excesivo de alcohol, enfermedades autoinmunes o algunos medicamentos. De aquí la importancia de evitar automedicación y la ingesta inadecuada de algunos compuestos usados como medicina herbolaria. En algunas investigaciones existen casos reportados de toxicidad hepática por consumo exagerado de aloe, té verde, valeriana, cáscara sagrada o castaña de indias (estas dos últimas utilizadas para bajar de peso).
Las Hepatitis A y E tienen un notorio descenso en su incidencia en nuestro país. Como medio de transmisión está el consumo de alimentos o agua contaminados con deposiciones de una persona contagiada. Los síntomas inician 2 a 3 semanas después del contagio, incluyendo dolor abdominal, vómitos e ictericia (tono amarillo de la piel y mucosas). Las condiciones sanitarias, higiene y hábitos culturales de la comunidad influirán en su prevención.
En cuanto a la Hepatitis D, la cantidad de casos en el país es muy baja. Su transmisión es a través de la vía sexual, parenteral (vía venosa) y también ocurre en presencia de infección por virus de hepatitis B.
Situación en Chile
Las enfermedades de transmisión sexual como sífilis, gonorrea y el VIH han mostrado un aumento sostenido los últimos años en Chile. Por lo anterior, el desafío para la salud está enfocado en la Hepatitis B y C, siendo mucho más frecuente la B. Su transmisión es por vía parenteral (sangre), sexual, perinatal (madre a hijo) o a través del contacto de las mucosas con fluidos corporales infectados (una punción con aguja de paciente contagiado).
Según datos del Ministerio de Salud con relación a la Hepatitis B durante el 2018, la tasa fue de 6 por 100.000 habitantes, un 79% de los casos se produce entre los 20 y 49 años, 48 casos se presentaron en mujeres embarazadas, el doble de años anteriores, 85% de ellas son inmigrantes. Lo característico de ambas enfermedades es su sintomatología tardía, con un riesgo mayor ya que, al estar contagiados, podríamos contagiar a otras personas fácilmente. Sus síntomas son idénticos a la hepatitis A y se pueden producir desde los cuatro meses del contagio. Se agrega pérdida de apetito, fiebre y náuseas. En su cronicidad pueden pasar a complicarse con una insuficiencia hepática, cirrosis y cáncer de hígado.
No hemos visto énfasis en el pilar fundamental de la prevención de esta enfermedad que está en una cultura de prácticas sexuales más seguras en grupos de riesgo, reducir al mínimo las parejas sexuales y utilizar preservativo como resguardo ante la transmisión.
El principal soporte de Chile ha sido el Plan Ampliado de Inmunizaciones, incorporando la vacuna contra la Hepatitis B tanto para el personal de salud y luego paulatinamente para los lactantes desde el año 2005. El año 2019 se realizó la última modificación donde nuestros niños, reciben esta vacuna a las edades de recién nacido, 2, 4, 6 y 18 meses en una vacuna hexavalente (Hepatitis B, Difteria, Tétanos, Tos Convulsiva, Haemophilus Influenzae tipo b y Poliomelitis). Adicionalmente, a los 18 meses se incorpora la vacuna contra la Hepatitis A.
La vacuna contra la Hepatitis B también está recomendada para pacientes con diagnóstico de insuficiencia renal crónica, personas en diálisis, personas con VIH+ y trabajadores sexuales, siempre bajo indicación médica.