Fumadores: una economía que se hace humo
Más allá de las restricciones y advertencias sobre los riesgos para la salud, día a día aumenta el número de fumadores. En el marco del Día Mundial sin tabaco, invitamos a realizar un interesante ejercicio de economía que puede hacerlos repensar este vicio.
Según estudios de la Organización Panamericana de la Salud, el 41% de los chilenos se declara fumador, iniciando su consumo a la edad de 15 años.
Si consumes 10 cigarrillos diarios es un total de 300 cigarrillos que consumes en un mes y al año sumarías 3.600 cigarros, lo que equivale a 180 cajetillas. Si el valor de cada una en promedio es de $3.000, obtienes un gasto total anual de $540.000 (más de medio millón de pesos).
Ahora, si consideramos el factor tiempo desde que inicias el consumo hasta el final de tu vida, cuando vas a fumar te demoras 10 minutos por cigarro en promedio, o sea 100 minutos diarios y anual son 36.000 minutos (600 horas). En otras palabras, en un año de tu vida habrías fumado 25 días sin parar.
He aquí las interrogantes que influyen en tu presupuesto económico, afectando también tu tiempo, salud y calidad de vida: ¿Cuánto podrías ahorrar? ¿Qué vacaciones podrías tener? ¿Cuántos viajes realizar? o ¿qué podrías comprar? Si lo ves desde el punto de vista personal, puedes utilizar mejor tu dinero.
Son 25 días fumando, casi un 7% del año, ¿qué puedes hacer en esos días? Imagínate lo que puedes hacer en una hora y media al día: deporte, entretención, conocer… Pero lo más importante, sin duda, es tener una mejor utilidad de tu vida, mejorar tu bienestar y el de tu familia, sin subyugarte a una eventual enfermedad provocada por el tabaco.
Si lo vemos desde el punto de vista empresarial o como jefatura directa, serían 25 días en los que perderías producción. Entonces, ¿cómo se compensa a los que no fuman si se dan las facilidades para hacerlo? ¿Cómo se busca el equilibrio para el personal que no fume? ¿Se permite llegar más tarde o retirarse más temprano?
En consecuencia, el tiempo que se utiliza en fumar es bastante para tan sólo un año. Una política libre de humo reduce el ausentismo, aumenta la productividad y la satisfacción del personal, a la vez que mejora las relaciones del grupo, evitando roces entre fumadores y no fumadores.