Ministerio de Ciencia y Tecnología… ¿La solución?
Bastante discusión ha habido estas últimas semanas sobre el rol de la ciencia en el desarrollo del país. La reciente renuncia del presidente de CONICYT (tres personas han ostentado el cargo en los últimos 4 años) puso nuevamente en el tapete la importancia que el Estado está dando (o no), a la ciencia y la tecnología en Chile.
Los datos a tener presente en el análisis son varios: una inversión del PIB de tan sólo un 0,4% respecto al 2,4 destinado por los países de la OCDE, 800 investigadores por cada millón de habitantes respecto a los 2.400 que presenta este mismo grupo de países, cientos de jóvenes sacando sus doctorados en el extranjero sin políticas claras que permitan su inserción a su regreso, dos comisiones presidenciales para analizar el tema sin que ello haya generado a la fecha avance alguno, entre otros.
Entre las alternativas de solución ha surgido con cierta fuerza la idea de crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología (… y ¿Educación Superior?), tema sobre el que se ve un difícil pronunciamiento en el corto plazo. Si bien esta iniciativa por sí sola no resolvería los múltiples problemas que vive la ciencia, sin duda que sería un paso importante en orden a fortalecer la débil institucionalidad que hoy presenta el área.
Sin embargo, mientras el Estado y sus gobernantes no miren esta materia con una perspectiva de largo plazo, y no se invierta de verdad en este aspecto clave para el desarrollo de un país, cualquier esfuerzo será de poco impacto y sólo acrecentará la crisis que hoy vive el sector.