Si yo soy digno o no de Afecto, esto pareciera no importar hoy; sin embargo, aquí radica uno de los peligros de este amor, que calza con la mentalidad del mundo actual. Simplemente, hoy nos creemos merecedores y dignos del cariño que se nos da, en forma independiente de la conducta que tengamos. Si nuestras actitudes son groseras, belicosas o indiferentes hacia quién nos ama, igual exigimos su Afecto. Pedimos una incondicionalidad que constituye derecho por decirlo de algún modo. Esto, claramente, es perjudicial. Todos los amores se deben cuidar y debemos ser dignos de ellos.

El Afecto se da igual o más profundamente con lo no –amable, pero posee su sentido real cuando se da la reciprocidad en el bien, que todo amor requiere. El que da Afecto y el que lo recibe, en sentido estricto, no están en una situación de equilibrio semejante como pueden estarlo los amantes. El que es objeto de Afecto puede ser inferior o estar impotente para retribuir el amor que le dan. Esto hace que la aceptación de este amor sea también un mérito importante para quien recibe, el cual debe hacer acopio de la humildad de aquel que se sabe incapaz de devolver el amor hermoso, del cual se sabe indigno, por ejemplo, recibir afecto en la vejez, invalidez o pobreza. La gratuidad de este Amor es una de las bellezas de esta vida:

“…el Afecto va mucho más allá de la relación entre una madre y sus crías. Ese cálido bienestar, esa satisfacción de estar juntos, incluye toda clase de cosas. Es realmente el menos excluyente de los amores. De algunas mujeres podemos predecir serán poco cortejadas, y hay hombres que probablemente tendrán pocos amigos. No tienen nada que ofrecer, pero casi cualquier persona – la fea, la estúpida, incluso la exasperante- puede ser objeto de Afecto. Esto no requiere ningún ajuste especial entre aquellos a quienes une. He visto que lo sienten por un débil mental, no sólo sus padres, sino también sus hermanos. El Afecto pasa por alto las barreras de la edad, el sexo, la clase social y la educación” (1).

Nadie puede naturalmente amar o ser amado. Si se da el sentimiento debe cuidarse y cultivarse. Es esta una de las hermosas misiones del hombre.

“El Afecto (…) es el amor más humilde. No se da aires. La gente puede sentirse orgullosa de estar ‘enamorada’, o de una amistad. El Afecto es modesto, incluso furtivo y pudoroso” (2).

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(1) LEWIS, C.S. Los cuatro amores. Andrés Bello, Santiago de Chile. 2001. p. 42

(2) LEWIS, C.S. Los cuatro amores. Andrés Bello, Santiago de Chile. 2001. p. 44