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“El voluntariado en Etiopía fue un verdadero premio caído del cielo”Marión Saavedra, Alumna de Santo Tomás Los Ángeles.
“Yo siempre quise ir a África como voluntaria”
Dos meses en Etiopía , específicamente en la localidad de Andobe, desarrollando diversas actividades en el área de la salud, realizó la estudiante de enfermería, esto en el marco de la beca entregada por la fundación Amigos de Etiopía.
Una experiencia única e inolvidable es la que vivió durante los meses de enero y febrero recién pasados la estudiante de tercer año de enfermería de Universidad Santo Tomás Los Ángeles, Marion Saavedra, quien fue una de las seleccionadas para vivir la beca de voluntariado en Etiopía, esto en el marco de la actividad realizada por la fundación Amigos de Etiopía, y que permitió a tomasinos ser parte de esta experiencia.
Al principio yo hablaba inglés, allá (Etiopía) hablan amhárico, pero a veces quienes traducían de inglés a amhárico se iban y nos dejaban ahí con la gente, entonces teníamos que hablar su idioma…
Esto es algo que Marion siempre quiso vivir “yo siempre quise ir a África como voluntaria, llevo 10 años participando en distintas organizaciones y cuando me dijeron quedé en shock, no lo podía creer”, resaltó.
La estudiante de tercer año de enfermería, contó que llegaron el 6 a Adís Abeba, capital de Etiopía, donde estuvo tres días , posterior a esto su viaje continúa hacía Andode, un poblado rural distante a 12 horas de la capital del país, lugar que cuenta con una clínica, dos postas rurales, tres guarderías y un programa para agricultores. Tema por el cual ella trabajó más en el tema de salud y las guarderías, considerando además sus competencias en dicha área.
¿Qué labores tuviste que realizar en Andobe?
Atendimos muchos pacientes, muchas curaciones, programas de desnutrición, de vacunación. También fuimos a las guarderías a hacer charlas de higiene, le dimos flúor a los niños, hicimos charlas de nutrición para los papás y los más pequeños.
Hay que ser duro, uno ve cosas que creía ya no existían. Tampoco es tan fuerte como la caricatura que hay de África, pero uno se da cuenta de que la higiene es la base de las enfermedades, porque ellos no tienen agua, no pueden asearse, hay niños con hongos, con enfermedades infecciosas.
¿Son realidades muy distintas a las que se ven por ejemplo en Chile?
Las enfermedades que se presentan allá no se ven acá, y al revés también, por ejemplo sólo habían dos personas con diabetes en todos los poblados que visité, te enfrentas con mucha pobreza y los niños andan descalzos.
¿Fue muy duro encontrarte con esa realidad?
Una ya lo maneja, ya no me pongo a llorar cuando veo pobreza, sólo hay que tratar de aportar, no andar compadeciéndote del resto, porque eso no va ayudar a nadie. La idea era concentrarse en ser un aporte. La experiencia previa que tenía en voluntariado, que si bien no era tan extrema y tan fuerte, me ayudó mucho a poder decantar y estar más tranquila al momento de ver todo.
¿Tuviste algún problema con el tema del idioma?
Al principio yo hablaba inglés, allá hablan amhárico, pero a veces quienes traducían de inglés a amhárico se iban y nos dejaban ahí con la gente, entonces teníamos que hablar su idioma, habían algunas personas que entendían inglés, pero muy pocas. Era casi una obligación hablar su lengua, en cosa de tres semanas tuvimos que aprender amhárico.
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