Valdivia

Ingrid Martínez: «En Santo Tomás vivo la inclusión día a día»

Ingrid Martínez de 45 años, es alumna de segundo año de la carrera de Servicio Social, y fundó la Asociación de Parkinson Valdivia, enfermedad que también padece. A continuación, cuenta sobre sus días universitarios y su experiencia de vida.

¿Cómo enfrentaste el Parkinson?

“El Parkinson llegó a mi vida cuando tenía 38 años. Caí en una depresión severa, y estuve postrada por un año. Luego de eso, viví un proceso personal de ‘duelo’ para posteriormente, aceptar mi enfermedad. Hay personas que nunca aceptan que tienen Parkinson y batallan contra de ella. Yo por mi lado, lo acepté».

¿Cómo tomaste esta noticia?

“Llegué a un punto donde solo vi dos opciones; me quedaba postrada en mi casa o salía adelante, y para mí salir adelante significaba batallar con todo. Y así fue como opté por la decisión más difícil, que fue pelear. Pasé a un plano donde comencé a informarme y educarme sobre el Parkinson. Generalmente cuando uno tiene una enfermedad te dicen ‘tómate estos remedios y nos vemos en 3 meses más’. No hay una explicación completa de lo que tienes”.

¿Qué hiciste con toda la información que encontraste?

“Mi madre me mandó un día el link de la Liga Chilena contra el Parkinson, y comencé a conversar con ellos viendo las posibilidades de ir a evaluarme a Santiago. Allá, vi que había una asociación de Parkinson que hacía muchas actividades, y aquí en Valdivia, nada. Gracias a algunos amigos y contactos comenzamos a formular un proyecto que comenzó como una bolita de nieve, poco a poco se hizo más grande. Luego de unos meses, logré fundar la asociación de Parkinson Valdivia que actualmente cuenta con 30 socios. Esta asociación se fundó con ayuda de muchos amigos y conocidos. La vida se encargó de colocar a las personas correctas en el momento correcto”.

¿Qué dijeron los socios de la asociación cuando vieron el convenio con Santo Tomás?

“Todos estaban muy felices. Hablamos con mi directiva, con la Rectora, y ahí nos formamos. Ahora nos atendemos gratis en el Centro de Formación Profesional de Santo Tomás, con fonoaudiólogos, kinesiólogos, psicólogos, y terapeutas ocupacionales que se encargan de nosotros”.

Tu casa de estudios:

¿Cómo llegaste a esta institución?

“Primero hicimos un convenio con Santo Tomás. Conocía la carrera de Asistente Social por mi hija, ya que ella se tituló de esto, y siempre me había gustado lo que estudiaba. Además, creo que es una institución que es inclusiva, abierta para todas las personas que quieran estudiar y salir adelante.

¿Cómo te identificas con tu casa de estudios?

“Me identifico mucho con los sellos y valores de esta casa de estudios. Concuerdo completamente con el sello Santo Tomás de Aquino ya que yo también soy cristiana, y mis principios se basan en ellos. La institución siempre me ha apoyado en todo lo que he requerido”.

¿Por qué decidiste entrar a estudiar?

“Me empecé a dar cuenta que yo si podía hacer algo más por la misma fundación. Lo tomé como que Dios me mandó esta enfermedad para que yo fuera un aporte en este aspecto. Me di cuenta así, que no tenía todas las competencias para poder ser un aporte más potente, entonces, ya estaba enamorada de esta carrera, y quise estudiarla. Cuando fui a capacitaciones me di cuenta de que si podía dar más. Mi familia ha sido un apoyo fundamental. Ellos pasaron de verme en una cama a verme como estoy ahora, y sé que, si el día de mañana les digo que me voy a la luna, todos me apoyarán porque ellos quieren que este bien, saben que soy capaz, y que estoy mejor”.

¿Cómo ha sido estudiar?

“Estoy muy activa. Donde me invitaban yo iba. Y la institución ha sido un aporte para que este activa aun más. Mis compañeros son todos muy buena onda y me contagian con su alegría. Estoy muy agradecida. Si tú me preguntas que es lo que más me cuesta hacer, muchas veces es seguirles el paso a mis compañeros de un edificio a otro. Cuando entré al Instituto Profesional, entré con mucho temor. Aparte de traer mi mochila con esperanza, traía el miedo de la discapacidad. Ver que eso no fue un impedimento para nada, me ha hecho realmente feliz. Ver cómo me saludan, y ver los valores de la institución realmente me hace sentir orgullosa de ser tomasina”.

¿Cómo te ha ayudado Santo Tomás en tus estudios?

“Yo la inclusión la vivo día a día. Desde que entro a la institución hasta que me voy. Desde el portero, los guardias, los auxiliares, profesores hasta la rectora, yo vivo la inclusión. El hecho que te saluden, que te sonrían, es algo tan grato. A mi me va muy bien en mi carrera. Pasé todos mis exámenes muy tranquila. Mis profesores me exigen al mismo nivel que mis compañeros. Desde mi casa estudio, el Comité de Inclusión me regaló una grabadora que me sirve todos los días. Con eso grabo mis clases ya que no puedo escribir. Mi herramienta es la grabadora, es fundamental y le agradezco al comité de inclusión porque me la dio en un momento preciso. Presto mucha atención en clases, y mis compañeros también me colaboran, todo eso me va a ayudando luego en mis pruebas”.

¿Cómo es la convivencia con tus compañeros de carrera?

“Yo me siento una más. No me ha costado para nada incluirme. Todos me han acogido bien. Y mis docentes son excelentes. Siempre me dan opciones al momento de las pruebas, como darlas de forma oral, o si estoy bien, de forma escrita”.

¿Qué le dirías a otras personas que tienen una situación similar a la tuya?

“A mi me cuesta levantarme día a día. Es importante darse cuenta de que la vida es muy bonita. Yo soy muy creyente y creo que Dios nos tiene un camino trazado a todos. No se decaigan a la primera, miren bien y vean que siempre hay posibilidades, puertas y ventanas que se pueden encontrar. No todo siempre se da a la primera, pero es necesario seguir buscando”.