Rescatamos las reflexiones de jóvenes voluntarios de la sede Rancagua, que tras participar en trabajos de verano e invierno, fueron recompensados en durante el servicio prestado a los habitantes de la localidad de Toltén.

Con cuatro voluntariados en el cuerpo, Bianka Miranda, estudiante de Preparador Físico de Santo Tomás Rancagua, recibió una distinción especial durante los trabajos de verano realizados en Toltén.

«Me alegré cuando me premiaron porque me di cuenta de que ven el sacrificio, constancia y dedicación que uno le pone a esto”, relata con su galardón en las manos.

Recuerda que cuando se inscribió por primera vez, no sabía nada, pero tras tener más información en la DAE se entusiasmó: “Y seguí participando por el cariño de la gente y la gratificación que uno se lleva al terminar el trabajo. Por una simple plancha que ponga en las paredes o en el techo, haces feliz a mucha gente”.

Bianka está decidida a volver a su quinto voluntariado en Santo Tomás, pues asegura: “Me llevó mucho cariño y felicidad por haber cumplido mi objetivo. Me siento más feliz ayudando que trabajando por plata”.

Compañeros veteranos en el voluntariado

Otro voluntario veterano de la sede Rancagua es Rafael Barrera, estudiante de Ingeniería en Prevención de Riesgos. También ha participado en cuatro trabajos, y tras ser sub jefe en la localidad de La Estrella, en Toltén llegó a ser jefe de cuadrilla: “No me lo esperaba, además era la comunidad con más voluntarios, pero gracias a Dios sacamos todos los trabajos adelante. Como jefe uno tiene más responsabilidades, es difícil, pero bonito”.

Unión, compromiso y responsabilidad son los conceptos que Rafael rescata de los voluntariados que ha vivido: “Estoy feliz de todo lo realizado. Es una experiencia motivadora, no sólo para mí, sino para todos los nuevos. Cuando yo llegué éramos poquitos los que participábamos, pero así como voy motivando yo, otros van motivando más gente”.

Y así sucedió con su compañero de carrera, Jose Manuel Garrido Verdugo, que ya ha participado en dos trabajos voluntarios. “Dentro del aula las competencias blandas son entregadas, pero se viven en el contacto con las personas, siendo más empático, más solidario”, señala como motivación para estas actividades.

También rescata la vivencia de conocer otras localidades de Chile: “A veces se vive en una burbuja, en una ciudad, lo que nos lleva a ser personas un poco cuadradas, sin tener la posibilidad de mirar para el lado. Conocer la realidad de mi país, más que el paisaje, está la gente con un corazón muy lindo y limpio”.