Por Edith Albornoz Rojas, PhD en Salud Mental. Docente de Psicología Universidad Santo Tomás Los Ángeles.

Desde la confirmación del primer caso de coronavirus en Chile el 3 de marzo del 2020, ha pasado más de 1 año. Durante todo este periodo hemos ido experimentando diferentes emociones, pensamientos y conductas.

Hemos tenido que aprender una nueva forma de comunicarnos, incorporando quizás de manera permanente la tecnología, con ella la distancia física y social ha podido eliminarse o hacerse más llevadera, como por ejemplo celebrar cumpleaños vía zoom, realizar clases virtuales, video llamadas, etcétera.

Todo esto tiene también su parte negativa ya que en cierto aspecto produce una preocupación excesiva por lo que se muestra en redes sociales y genera expectativas distintas entre los amigos, ya que se exige una mayor presencia (que te llame y envíe mensajes con mayor frecuencia).

Las personas que no tienen acceso a la tecnología sufren un mayor aislamiento y segregación por esta falta de conectividad lo que les impide optar a una educación que hoy se basa en clases virtuales, ampliando la brecha socioeconómica.

Esta pandemia está afectando no sólo la salud física de quienes se contagian, sino también su salud mental, además de impactar de la misma forma a sus familias, como también se afecta la salud mental de cada uno de los habitantes de nuestro país.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace muchos años destaca la importancia de la salud mental puesto que impacta directamente en el estado de bienestar de las personas.

Las manifestaciones pueden ser variadas: sintomatología ansiosa y depresiva, exacerbación de rasgos obsesivos, estrés agudo, consumo excesivo o abuso de sustancias y descompensación de las patologías propias de salud mental. Además, es sumamente importante destacar que las condiciones de aislamiento actuales favorecen las conductas suicidas.

Por esto que es muy importante incorporar diferentes estrategias de autocuidado como por ejemplo: técnicas de respiración, relajación, actividad física, alimentación saludable y dejar tiempo para el disfrute personal.

En este contexto no solo quienes están enfermos o en sus hogares sufren las consecuencias de la pandemia, sino que esta tiene también un impacto directo en el personal sanitario.

Son muchas las horas, los días y los meses que han estado bajo una gran presión, no solo por cumplir correctamente sus labores, sino que también por el miedo a contagiarse o contagiar a sus familiares. A esto se suma la situación de crisis que vivimos actualmente por tener un sistema de salud colapsado, lo cual conlleva que el personal de Salud deba elegir a quien darle la última cama crítica.

¿Alguna vez han tenido la vida de un otro en sus manos?, se imaginan el estrés que puede generar en uno el tener que decidir quién debe o no morir. Esta situación debería motivarnos para hacernos responsables y cuidar nuestra salud y así ayudar a cuidar la salud de aquellos que están sacrificando su bienestar por el resto.