Investigación desarrollada en UST Viña del Mar evaluó la capacidad de los médicos veterinarios para reconocer señales de agresión y ansiedad en perros

El trabajo “Reconocimiento de comportamientos agresivos y ansiosos en caninos por un grupo de veterinarios chilenos” será difundido por el “Journal of Veterinary Behavior. Clinical Applications and Research”, una de las publicaciones más reconocidas a nivel mundial en el campo de la etología clínica.

¿Qué tan capaces son los médicos veterinarios para reconocer las señales de agresividad y ansiedad de los perros? Lo más lógico sería responder que son muy capaces, al menos más que el común de la población. Y así es, pero la respuesta tiene algunos matices. Esos matices y sutiles diferencias fue lo que buscó determinar una investigación realizada en la carrera de Medicina Veterinaria de UST Viña del Mar y que está próxima a ser editada en una de las publicaciones más importantes a nivel mundial en el campo de la etología clínica.

La investigación lleva por título “Reconocimiento de comportamientos agresivos y ansiosos en caninos por un grupo de veterinarios chilenos” y fue desarrollada por los académicos Gonzalo Chávez (investigador responsable), Claudia Rojas (colaboradora) y el alumno tesista Alfredo Catalán. En el trabajo se evaluó la capacidad de 139 veterinarios para reconocer e interpretar señales de agresión y ansiedad en perros domésticos, estableciéndose algunas conclusiones bastante llamativas. Por ejemplo, que los veterinarios más experimentados tuvieron mejores resultados al intentar reconocer el comportamiento canino. O que más de la mitad de los encuestados creían ser más competentes para leer señales de lo que en realidad eran.

Investigaciones anteriores

 Gonzalo Chávez cuenta que el interés por estudiar este tema surgió a partir de una investigación similar realizada hace unos cinco años, “pero ahí nos enfocamos en la población general, no en médicos veterinarios. Nos llevamos varias sorpresas, como que las mujeres resultaron ser más capaces que los hombres, que las niñas eran más aprensivas que los niños, etcétera. Luego hicimos otra investigación, pero referida a los gatos, donde resultó más difícil para las personas reconocer las señales porque la comunicación de los gatos es más sutil”. Con esos antecedentes se inició el trabajo enfocado ahora en médicos veterinarios.

“La pregunta de fondo era si la experiencia era suficiente para interpretar lo que los animales comunican desde el punto de vista verbal y no verbal, si había diferencias entre hombres y mujeres, por ejemplo, lo que es muy importante considerando que a nivel mundial la medicina veterinaria se ha vuelto una profesión ejercida mayoritariamente por mujeres, en particular en el área de animales de compañía”, explica.

Lo que los investigadores intuían es que los resultados debían ser similares (como mínimo) a los de la población civil, es decir, que al menos un 60% iba a ser capaz de reconocer las señales. El tema es sensible, ya que quienes no fueran capaces de hacerlo serían más vulnerables de ser agredidos (mordidos) en la práctica profesional.

 El trabajo y los resultados

El estudio se realizó de manera presencial a través de encuestas y presentación de videos y fotografías editados especialmente para graficar las señales emitidas de los perros. Participaron 139 profesionales de todo el país, con una proporción similar de hombres y mujeres con distintos años de experiencia.

“Lo que queríamos ver era si podían reconocer una señal o un estado emocional agresivo que pudiera ser de riesgo. Pasó que a veces el encuestado podía reconocerlo, pero al preguntarle en qué se basaba para decir que ese perro estaba dando señales de agresión, no lo tenía muy claro. Es algo muy sutil porque a veces uno hace interpretaciones respecto a lo que el perro comunica por sus gruñidos, el movimiento de la cola, la dirección de la mirada, etcétera. Lo hacemos de manera inconsciente, pero cuando tenemos que poner atención a las señales específicas que nos permiten concluir eso, cometemos bastantes errores. Y eso ocurre todavía más cuando tenemos que interpretar señales relacionadas con la ansiedad”, señala Chávez.

Como se señalaba, los resultados más llamativos señalan que los veterinarios con más experiencia pudieron reconocer mejor las señales que sus colegas más jóvenes, aunque en general más de la mitad de los encuestados creía ser más capaz de lo que en realidad era. “Hay un exceso de confianza y eso provoca que estemos más expuestos y que muchas veces suframos accidentes y eso se repite tanto en los médicos veterinarios como en la población general. Si bien las personas con mayor experiencia tienden a interpretar de mejor manera las señales de los perros, al parecer esa experiencia no es suficiente para dejar de cometer errores”, concluye el académico de UST.

Nuevas investigaciones en la materia

La investigación se realizó durante el año 2018 y ya fue aceptada para ser difundida a través de “Journal of Veterinary Behavior. Clinical Applications and Research”, considerada una de las publicaciones más importantes a nivel mundial en el área de la etología clínica.  A partir de este trabajo y sus resultados, en la Facultad de Recursos Naturales y Medicina Veterinaria de Universidad Santo Tomás se pretende seguir ahondando en la materia.

“Tenemos un observatorio de tenencia responsable que está en formación y estamos investigando qué pasará ahora con respecto a la Ley de Tenencia Responsable. Eso se articula con la educación en tenencia responsable y todo el trabajo que se pueda hacer para prevenir mordidas. Hay que trabajar con toda la población, desde los preescolares a los adultos mayores, que son un grupo que está muy expuesto”, proyecta Chávez.